Héctor Guerrero
En elecciones internas de Morena no hubo sorpresas, no hubo decepción, todo salió como se esperaba, no decepcionó a sus detractores, pues se anticipaba un zafarrancho ni tampoco lo hizo con sus fanáticos.
La pobreza franciscana que pregona López comienza con vivir en un Palacio que cuesta a los mexicanos de entrada seis millones de pesos mensuales en nóminas.
La vida sindical está de vuelta y hay que decirlo, los petroleros, cómo siempre (y puede gustarte o no), son quienes representan la vanguardia sindical en México.
Hoy López está convertido en todo lo que lo oprimió a él cuando era opositor. El “luchador social” que, una vez en el poder se convirtió en un tirano.
Obviamente la corcholata favorita de Morena será puesta por su Alteza serenísima y todo lo demás será una simulación, una burla como todo en la 4T, patrocinada por nuestros impuestos.
Quien diría que, a cuatro años de obradorismo, Pemex viviría desde lo más dentro las consecuencia de la desgracia de haber caído en las manos de la #4T.
Invitó a los fanáticos de AMLO a que en el asunto de la violencia y de la inseguridad duden, aunque sea poquito, y vean como mientras el gobierno está en campaña, México está ardiendo y se va poniendo peor.
Quien piense que el ungido en Morena será a través de un proceso democrático interno, con encuestas serias y con el apoyo total del partido, vive en otra realidad.
Estamos ya a nada de la restauración de la cuarta transformación, el regreso del viejo régimen. Hoy tenemos a todo lo peor y lo mejor del PRI (si es que hay algo bueno) operando a favor de Morena.
El nuevo PRI, que ya no será la Revolución Institucional, hoy se convierte a la transformación institucional.
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