Héctor Guerrero

LOS TOCABLES
Coincido con Claudia, el aeropuerto que AMLO le arrebató a los neoliberales es la esencia de la #4T, confrontación, ineptitud, venganza, demagogia, servilismo.


A pesar de cumplir con muchas palomitas en el perfil López Obrador no es (ni lo será) el dictador de México. Eso es abonar a su narrativa, a alimentar el ego.


La marcha del martes queda para la historia, unas mujeres salen a luchar, a protestar por sus derechos, mientras otras, abrazan al hombre que les puso una muralla afuera de su palacio, a sus propias hermanas.


Hoy le tocó a Querétaro, pero el problema de las barras es una constante en el futbol mexicano.


No puede uno evitar sentir impotencia por lo vil, bajo, indigno, doloso, miserable que se está haciendo con los pobres, con la educación y con los niños de México, al desaparecer las escuelas de tiempo completo.


Lo que queremos de AMLO es que hable de lo que realmente afecta a los mexicanos y el futuro de nuestro México, que incluye casos de corrupción y conflictos de interés de su gobierno, no del penacho de Moctezuma.


Parte del manual del Foro de Sao Paulo son las lágrimas, mostrarse frágiles, vulnerables, evocar "helicópteros del Cisen" (el cisen no tiene helicópteros) acorralando al luchador social y a sus hijitos…


Te podrá o no gustar el trabajo de Carlos Loret, te caerá bien o mal, pero lo que hizo el presidente López Obrador rebasó todos los límites conocidos, el peso del autoritarismo por encima de la ley.




Aunado a sus recientes problemas de salud y viendo que su transformación es como un castillo de arena, López Obrador pone todavía todo su empeño en regresarnos a su realidad.


Pongamos atención solo en la vestimenta de López Obrador, ¿Cuántos trajes diferentes? Cuántos zapatos? ¿Cuántas guayaberas? ¿Chamarras? ¿Lo han notado? Los invito a hacerlo a partir de hoy. Es una exageración.


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