Adolfo González

EL SEXTANTE
El presidente Andrés Manuel López Obrador podrá seguir teniendo popularidad, pero eso no significa necesariamente que tenga acierto.


Andrés Manuel replica con bastante exactitud las políticas que señalaba como reprobables en sus años de opositor. Está repitiendo corregidas y aumentadas muchas de las políticas del viejo PRI.


Se ha sustituido el desarrollo del Estado y las instituciones, por un simple intercambio de reciprocidades a través de redes clientelares, que garantizan el voto por Morena a cambio de dádivas.


Ante lo idea de que es casi inevitable de que después de AMLO vendrá alguien de Morena, los ciudadanos parecen apostar por un mal menor, no necesariamente por la puesta del presidente.


Es una manifestación de algo muy extendido entre la nueva izquierda, como es el tildar de “fascista” a todo aquél que no comulgue con sus ruedas de molino ideológicas.


Cuando AMLO habla de promiscuidad en la oposición es un ejercicio de cinismo propio de quien lo aprendió todo en el viejo PRI que ha resucitado con el nombre de la 4T.


* El "Top of mind" de acontecimientos vuelve a aseverar que son la inseguridad, la delincuencia, la violencia y todos sus adláteres los conceptos que concentraron la atención de la mayoría de los mexicanos.


Al Presidente Andrés Manuel López Obrador parece bastarle con pedir perdón o exigirlo. Y eso que tras sus muchos errores los datos siguen afirmando que parece haber nacido perdonado.


En una sociedad enfrentada, el peligro de una respuesta autoritaria es siempre muy real. Pero no hay que buscarla en ningún visitante. El autoritarismo vendrá de quien promueve la polarización.


López Obrador ha pasado sin apenas despeinarse y sin nadie enfrente que se le oponga con decoro, las primeras mil y una noches de su gobierno.


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