“Parece que, para el populismo, no hay paja en el ojo ajeno demasiado pequeña, ni viga en el ojo propio demasiado grande”, Luis Antonio Espino.
Acabamos de vivir una semana trágica, otra más, en México, y justo hoy los datos de SABA Consultores que nos toca analizar tienen que ver con los deseos de los ciudadanos en cuanto a lo que deberían ser las políticas de seguridad. También sobre lo que han sido, pues una de las preguntas es precisamente si Claudia Sheinbaum tendría o no que olvidar los “abrazos y no balazos” a la delincuencia organizada. Los datos nos hablan de una respuesta clara: un 71,7 % quiere que se abandone ese camino, esa orientación beatífica que en su día López Obrador anunció como su filosofía básica en la lucha contra la delincuencia. Desde luego, si lo que se pretendía era una especie de redención, de regreso de los hijos pródigos del terror y la sangre, todo evidencia que no ha funcionado. No nos remitamos a los doscientos mil muertos del sexenio que gritan el fracaso en seguridad de la 4T. Veamos solamente lo sucedido en la última semana.
En San Cristóbal de las Casas, un conocido sacerdote activista por la paz, ha sido asesinado. Continúan las dudas sobre el supuesto secuestro y captura del Mayo, que el gobierno mexicano sigue asumiendo, reconociendo con ello un fracaso total del control debido de su territorio y de su propia seguridad. Por supuesto, continúa la guerra abierta en Sinaloa, que causó 19 muertos el pasado día 22, mientras todo parece indicar que los “Chapitos” negocian un acuerdo en Estados Unidos. En Guerrero, los enfrentamientos, bloqueos y explosiones no cesan. En Guanajuato, que tiene el triste honor de ostentar el primer lugar en homicidios dolosos en lo que va de 2024, estallaron, al parecer previa amenaza, dos coches bomba que causaron heridas a varios policías, uno de ellos de mucha gravedad. Esta relación de hechos, a vuelapluma, sólo confirma que el crimen organizado se sigue enseñoreando de México.
Combatir esta espiral de violencia, este terror generalizado, fue responsabilidad de AMLO y ahora lo es de Claudia. Y otra vez parece que la nueva presidente no empieza con buen pie, porque seguimos con la minimización, peor aún, la normalización de las cosas. Dice la jefa del Estado que “no se puede catalogar como terrorismo” lo de Guanajuato, y que mañana martes va a explicar por qué. No debió pillarle cerca para tener esa impresión, pero espero ansioso los detalles, porque me temo que las esperanzas, en este aspecto, de que la nueva administración abandone determinados caminos van a volver a ser defraudadas. Cuidado aquí. Otro dato importante que nos ofrece SABA es que un 35,1 % desea que Sheinbaum consulte todo con López Obrador. Un porcentaje nada despreciable.
Nos damos aquí, de nuevo y de frente, con la paradoja habitual de la 4T. Afortunadamente, dos tercios esperan que Claudia tome sus propias decisiones, pero ya hemos visto que casi tres cuartas partes dicen no a los “abrazos y no balazos”, y es casi unánime la respuesta a otra pregunta: un 97,4 % piden mano dura contra la delincuencia. Sin embargo, ya vimos que al responsable de esa política suicida y rechazada, que es Andrés Manuel, se le sigue aprobando y aplaudiendo como si la cosa no fuera con él. ¿Sucederá lo mismo con Claudia Sheinbaum? Porque si coches bomba en plena calle no son terrorismo me asalta el temor de que la capitalina continúe viviendo en la otra realidad, en ese ignoto mundo de los “otros datos”. Leía hace poco la noticia de que cierta científica, Astrid Stuckelberger, afirma que el CERN (la Organización Europea para la Investigación Nuclear), está involucrado un programa secreto que ha generado un portal por el que se entra y sale de otras dimensiones. Debe ser en esos otros lugares donde la sanidad mexicana supera a la danesa, la seguridad mejora a la de Singapur y cada peso son 20 dólares y no al revés. Igual allí viaja el “núcleo irradiador” de la 4T en busca de realidades alternativas. Bromas aparte, ojalá este gobierno no siga ofreciendo ruedas de molino para comulgar, como su predecesor, y menos en el delicadísimo asunto de la seguridad pública. Porque si no, estamos, con perdón, de la chingada.
Surgen aquí dos dudas importantes. La primera, y creo muy pertinente, es hasta qué punto va a haber zorros vigilando los gallineros. Les pongo un ejemplo. Clara Luz Flores, muy conocida en Nuevo León, ex alcaldesa de General Escobedo, fue ligada en su día con la destructiva secta NXIVM, y además mintió sobre ello. Pues bien, Claudia Sheinbaum la acaba de promocionar a la Unidad de Asuntos Religiosos, Prevención y Reconstrucción del Tejido Social. ¿Precisamente a Asuntos Religiosos? ¿No había nadie con otros antecedentes? En materia de seguridad, Omar García Harfuch tiene una trayectoria impoluta, pero nada hacía pensar lo contrario de García Luna y miren ustedes cómo nos salió. Esto nos lleva a un cuestionamiento más grave y probablemente esencial: ¿en qué medida Claudia Sheinbaum, igual que sus predecesores, es rehén del crimen organizado?
No tengamos miedo a la pregunta, tengámoselo más a la respuesta. No porque Claudia sea partícipe de actividades ilícitas (sólo faltaría), sino por en qué medida el poder del narco está logrando tener atado de pies y manos al Estado mexicano. Eso es lo grave. Incluso si consideráramos loable la apelación de AMLO al poder del perdón, es evidente que ha sido un sonoro fracaso, especialmente desde que el narco pusiera de rodillas al gobierno durante el ”Culiacanazo”. Los ciudadanos, como demuestran los datos de SABA, no quieren más abrazos a los delincuentes y claman por la mano dura, aunque sorprendentemente al que sí perdonan las ofensas es a aquél que plegó su voluntad a la de los criminales, que no es otro que Andrés Manuel López Obrador, fuera por las razones que fuese. En un famoso discurso al final de la guerra civil española, el todavía presidente de la República, Manuel Azaña, dijo que eran necesarios “paz, piedad y perdón”. Yo digo que, a falta de saber qué tan rehén de los delincuentes es el gobierno mexicano, es necesaria, sí, y más que nada, la paz. Puede que también la piedad y, llegado el caso, y en su momento, el perdón. Pero completo la frase: paz, piedad, perdón…¡y verdad!
Un 35.1% desea que Sheinbaum consulte todo con López Obrador. Un porcentaje nada despreciable.
28/10/2024