Guerra de trincheras

Adolfo González

EL SEXTANTE
Los escándalos por corrupción, por ahora, arrojan resultados nulos en cuanto a la opinión pública, sin afectar a los partidos ni a Andrés Manuel López Obrador.
31/08/2020

“La verdad se difunde a paso de tortuga, el rumor se esparce con la velocidad de una liebre”, Anónimo.

Tenemos la nueva medición de SABA Consultores, correspondiente al 28 de agosto. Y la noticia principal es que la opinión pública mexicana permanece en sus posiciones. Nada cambia, nada afecta. Todas las sensaciones descritas en días pasados sobre la ausencia de reacción, como si el público estuviera vacunado contra la corrupción que se exhibe a la vista de todos, se confirman. De modo que, por ahora, no hay consecuencias para ninguno de los protagonistas políticos de México, ni actuales, ni pasados. Se admite algún matiz, por ejemplo, en cuanto a la atención prestada por los ciudadanos a según qué hechos. El “Top of mind” de acontecimientos deja claro que el “caso Lozoya” permanece en la mente de los ciudadanos con mucha más intensidad que el video de Pío López Obrador, que no es mencionado de forma directa, sino englobado en el concepto genérico de los “videos de escándalos políticos”.
 
Esto, a mi modo de ver, es un tanto a favor de la estrategia propagandística del gobierno de AMLO. Diremos AMLO, todavía hoy, sin que nos cobren, ya que la última gansada del Presidente y de la “primera dama” es registrar sus nombres como marca comercial, según indican documentos publicados en medios la pasada semana. Lo que puede parecer en primera instancia una ridiculez, tiene muchas lecturas, a cual más inquietante. Registrar como marca, susceptible de royalties, el nombre de un servidor público, es algo creo sin precedentes, y ruego me corrijan si me equivoco. Pero lo peor no sería que nos cobraran o no por nombrar a Beatriz y Andrés Manuel, sino la sacralización vía administrativa de tomar el nombre del diosecillo político de turno en vano. El intento, sin rubor, de hacer tabú ponerse en la boca (o en la pluma) lo que el cura en la pila bautismal dio por gracia a la feliz pareja que quiso alejarse de los lujos de Los Pinos para irse a malvivir al discreto Palacio Nacional. Ese anecdótico trámite, que apenas ha generado polémica, abre la puerta, y ojalá me equivoque, a la censura inmisericorde en redes sociales y en prensa, y al blindaje ante cualquier tipo de crítica, con el simple respaldo administrativo de un registro de marca. Para morirse de risa, si no fuera vergonzoso. Es la elevación a la necesidad del “ya sabes quién”. Es el culto a la personalidad legalizado y rubricado. Por eso, antes de que nos cobren, aprovechen, y digan AMLO, AMLO, AMLO, Beatriz, Beatriz, Beatriz. Porque puede que en breve tengamos que usar todos sujetos elípticos cuando queramos poner en nuestras sucias mentes los nombres de los residentes en el Olimpo del Zócalo. Andrés Manuel quiere ser trascendente mediante su conversión y la de su esposa en inefables. Serán tan excelsos que no podrán ser descritos con palabras. Toda opinión se convertirá en rumor, porque ninguna podría nombrar directamente al poderoso Yahvé de Macuspana.

Y es que a AMLO le encantan los rumores, y le funcionan. Decía el villano nazi de “Bastardos sin gloria”, el Coronel Landa, tan magníficamente interpretado por Christoph Waltz, que le encantaban los rumores, porque los hechos pueden ser ciertos o no, y por tanto engañosos: pero los rumores siempre eran muy reveladores. La grosera estrategia del rumor está siendo suficiente para hacer efectivas las múltiples cortinas de humo que, día tras día, levanta el gobierno de López Obrador. La política comunicativa del Gobierno Federal, basada en la saturación, da frutos neutros, que es probablemente el mal menor que se pretende, dado que el Presidente conserva, casi momificado, su porcentaje de aprobación. Esta “guerra de trincheras” se mantiene con las posiciones de ambos bandos completamente estables, más allá de los pírricos avances de apenas unos metros que acto seguido son recuperados por el enemigo sin mayor daño. Los dos boxeadores siguen abrazándose, pero AMLO gana a los puntos. Mantiene en absoluta estabilidad sus valores de aprobación y desaprobación, e incluso mejora en calificación. Esto último fruto de un descenso de las calificaciones bajas, una mínima pérdida de fuelle de sus detractores, pero favorecida por sus sectores más duros: los de más edad, los de menos estudios, los que trabajan en el hogar y quienes no acceden a internet. En los indicadores partidistas, sucede lo mismo. No hay cambios en identificación, donde el PRI incluso ha mejorado visiblemente desde el inicio del “caso Lozoya”. Y, en intención de voto, todo sigue igual. Con la salvedad de una noticia importante: una alianza “antiamlo” sí funcionaría para, al menos, igualar fuerzas en la contienda del año próximo. Pero todo ello se podía atisbar antes de los escándalos por corrupción, los cuales, por ahora, arrojan resultados nulos en cuanto a la opinión pública. Zepeda Patterson, portavoz de la “disidencia oficial” de la 4T, que por lo tanto tiene de disidencia lo que Lozoya de honrado, expone hace pocos días en “El País” que “los errores y los videos no bastan”. Ah, no, bueno. Desde luego es una forma hábil de trasladar la pelota al tejado de enfrente. La tesis de Zepeda, y en eso no le falta razón, se basa en la ausencia de un proyecto alternativo en la oposición. La referida alianza cuya máxima aspiración sería igualar fuerzas con Morena no presenta, por ahora, proyecto político alguno, más allá de agitar el fantasma de López, que fue justo lo que, a la inversa, hizo el propio López durante muchos años. Si todo queda en un “quítate tú para que me ponga yo” o en un “vamos a repartir de igual a igual”, pobre México. No dejaré de conceder al mazatleco todo eso, pero no podemos olvidar que lleva mucho tiempo barriendo las huellas de su connivencia con cuanto gobierno ha precedido al actual, muy en la línea editorial del periódico que le da cobijo, experto en supervivencias. Y además, basta seguir sus razonamientos en el mismo artículo para darse cuenta de que, finalmente, desembocan en culpabilizar a la industria alimentaria de las graves consecuencias que el Covid19 está teniendo en México. Con la larga lista demagógica de lugares comunes sobre el neoliberalismo, respaldando lo afirmado por Gatell y exonerándolo de la nefasta gestión de la crisis. En la que, según los datos de SABA Consultores, la terrorífica cifra de un 28% de las familias mexicanas afirman haber perdido algún ser querido. La culpa es de la Coca-Cola.
 
La palabra “rumor” viene del latín “rumorem”, que significa “ruido”. Los rumores, como al Coronel Landa, le encantan al Presidente López. Al cabo, ese ruido de fondo que permanentemente provocan AMLO y sus adláteres es un inmejorable foco de distracción, y recientemente se ha recrudecido en un largo trabajo artillero de preparación antes del próximo Informe de Gobierno, para allanar el camino del Presidente. Afirma el Dr. Salvador Borrego que los resultados son pobres para tan mastodóntica campaña. Estoy de acuerdo con esa tesis, pero sólo en parte. Visto desde otra perspectiva, también podemos considerar que no es poco fruto el hecho de mantener firme y estable la aprobación de Andrés Manuel tras la nefasta gestión de la pandemia, o el fracaso de la política económica y la ausencia de medidas visibles contra la galopante crisis. Las proyecciones económicas son nefastas, y no cabe más que ser asaltados por la duda de si el optimismo gubernamental es sólo una farsa o simple incompetencia, y cualquiera de las dos opciones es más que inquietante. Amén de la multitud de errores públicos de Andrés Manuel, y de la persistente inseguridad. Esta última, por cierto, sigue siendo una de las principales preocupaciones del ciudadano, junto con la pandemia y la economía, y muy por delante de la corrupción. Más aún, tampoco le golpea en absoluto el video de Pío, el sonrojante video, que además de presagiar la existencia de más pruebas visuales comprometedoras, debería ser cuando menos motivo de sospecha entre sus seguidores de que AMLO, en ese aspecto, no es muy distinto a sus predecesores.
 
Que todo ello no genere un desgaste en AMLO es un tanto evidente a favor de su estrategia propagandística. Sea por la tozudez de los seguidores de Andrés Manuel, que parece necesitar escasa habilidad para desviar la atención al gusto de sus intereses, o sea también por la inoperancia política de sus adversarios y la escasa altura moral de estos, cuyos antecedentes de corrupción son deleznables, la realidad es que el Presidente no recibe ni un rasguño, y con eso, por ahora, le basta.
 
Pero sí debo estar de acuerdo con el Dr. Salvador Borrego en que, con toda la maquinaria de propaganda y difusión de la que dispone el gobierno, con los spots del informe en ciernes, con toda la artillería desplegada, y con las acusaciones de Lozoya contra los más altos mandatarios de plena actualidad, tampoco obtuvo desgaste ni deterioro alguno en sus adversarios. A lo más, podemos considerar que Peña, Calderón y Fox presentan avisos como peores políticos, pero a costa de un descenso en esa consideración de Salinas de Gortari. Una magra cosecha para tanto esfuerzo, si consideramos que una alianza contra Morena alcanzaría un empate técnico. Pero les invito a ir más allá. Si en esta guerra de trincheras los resultados siguen siendo nulos, mucho es de temer que, habiendo pruebas contra todos, esto no pase de dos perros levantando el labio y enseñándose los dientes, y pronto asistamos al vergonzoso cabildeo habitual. Y que ese sea el verdadero fin de los aparentes combates, dominados por los rumores y no por las certezas. Si los seguidores de AMLO siguen siendo así de condescendientes con sus “errores”, como si estuviera en un curso de la Prepa y no rigiendo los destinos de 126 millones de personas, el Presidente tendrá las manos libres para eso y mucho más, y los ciudadanos las tendrán cada vez más atadas. Por si acaso, diré por tres veces: AMLO, AMLO, AMLO. Antes de que los censores del estado me quieran cobrar por nombrar al nuevo dios.

adolcafe@yahoo.es



ADOLFO GONZÁLEZ reside en España, y es analista político especializado en la interpretación de la metodología de Saba Consultores de medición de la opinión pública. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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