“Del tirano di todo, di más”, José Martí.
Esta pasada semana se han sucedido acontecimientos que, en este Babel en que se están convirtiendo México y el mundo, obligan a un repaso con ánimo, como siempre, de denuncia, pero con pocas esperanzas de ser algo más que una voz clamando en el desierto. Claudia Sheinbaum ha sido muy protagonista. En primer lugar, anunció una ley general contra la extorsión y reconoció no haber sabido detener ese delito. Reconozco que no lo he comprobado, pero imagino que dicha fechoría ya estaría tipificada en el código penal hace mucho tiempo, con lo cual dudo que sea un problema de ley y sí de aplicación. Por lo tanto, volveremos a depender de los jueces y fiscales para su persecución, y dada la última reforma que pone el poder judicial al servicio del ejecutivo, por más que nos anuncien leyes a bombo y platillo, temo con bastante fundamento que al final todo dependerá del quién y no del qué, y de la voluntad política en cada caso.
Ha anunciado también Claudia, muy activa, que combatirá el robo de huachicol “hasta donde tope”. Veremos dónde ese sitio en que ha de topar, teniendo en cuenta lo dicho en el anterior párrafo. Se han incautado 39 millones de litros en los últimos ocho meses, cifra nada despreciable, pero lamentablemente marginal, casi una broma, si lo comparamos con las pérdidas milmillonarias (y diarias) de Pemex, en una espiral de nefasta gestión que dura décadas, que nadie quiere reconocer, y que nadie afirma estar dispuesto a frenar. Pemex es el elefante en la habitación desde hace mucho tiempo, pero seguiremos oyendo, de cuando en cuando, que el petróleo es de todos los mexicanos. La deuda, lamentablemente, también, y es de lamentar que seguirá creciendo y empobreciendo a la Nación.
Lo siguiente que hizo Sheinbaum fue enviar una delegación a Washington para presentar a Trump su acuerdo general sobre seguridad, migración y aranceles. En cuanto a lo último, lo probable es que no quede más remedio que seguir capeando el temporal cíclico de amenazas del gringo mediante sucesivos pactos a corto plazo. No tengo tan claro, porque aún no lo ha explicado con demasiada claridad, qué se va a proponer en materia migratoria. Ojalá se empezara por reconocer que hay otro México cuya patria abandonada debe estar esperándolo en los consulados, que siguen vegetando entre recursos insuficientes y desidia. Ese México que en gran parte es exilio más que migración, porque no se puede llamar de otro modo a la marcha forzosa de quienes, en su patria, ven cómo se les niega el pan y la sal. Hasta que no se complete con éxito la fusión del México que es ahora metrópoli y el México que es colonia errante, no debería haber paz para ningún gobierno que se quiera enorgullecer de serlo.
Aceptando esa realidad, hay que aceptar también que la pobreza (¡primero los pobres!) es causa primordial de ella, y que la inseguridad es consecuencia casi directa de que las gentes que viven en la miseria se vean en manos de grupos delincuenciales. La semana pasada no cambiaron mucho los guarismos: 399 asesinatos, según monitorea SABA Consultores, es decir, estables en la desdicha. No se modifican los números, pero sí parece enriquecerse trágicamente la forma y presentación de la violencia y de la muerte. Ya hace días que apareció el horror de los más de 300 cuerpos abandonados en el supuesto crematorio de Juárez. Más recientemente, 223 bolsas con restos humanos en Zapopan, Jalisco. Mientras los narcos hacen sus alianzas y maniobras orquestales no tan en la oscuridad (todo indica que los Chapitos y el CJNG se han coaligado), el abogado de Ovidio acusa a Claudia y al gobierno de defender a la facción del Mayo.
Claudia, previamente, no había elegido aparentemente muy bien el momento de su viaje a Sinaloa, al coincidir con la declaración de Ovidio en USA, de la que se cree que puede aportar vínculos de la 4T con el narcotráfico. Ponerse en ese momento al lado de Rubén Rocha, quizá el gobernador más bajo sospecha de colusión con el crimen organizado. tampoco ayudaba. El abogado de Ovidio aprovechó acto seguido la ocasión para poner a la presidente entre dos fuegos, casi forzarla a elegir facción (en este caso, si no estás contra mí es que estás conmigo), y Claudia entró al trapo de manera, también aparentemente, torpe. Si son errores de estrategia y de comunicación de su gabinete, son garrafales, pero no hay que descartar que sean jugadas obligadas, en cuyo caso el desconcierto sería mayor. No olvidemos que todo ello coincide con la mencionada negociación en Washington sobre seguridad.
Nos hemos acostumbrado a llamar pendejos a los asesores y estrategas, pero, en cuanto a la 4T, los resultados obtenidos a nivel electoral y de respaldos nos deberían hacer pensar que de pendejos nada tienen. Su propaganda está muy calculada. Las palabras se siguen pervirtiendo: el bienestar es una barrita de chocolate (ya nos hemos olvidado de Dinamarca), los medicamentos dejarán de faltar si los quitamos de la lista, y un largo etcétera con el que nos cuentan que por delante de todo está el pueblo. El mismo que, y volvemos a la migración, se tiene que jugar la vida yéndose al gabacho para luego ser ignorado, el mismo que muere y mata por el sustento sojuzgado por los narcos, el mismo al que, en fin, cada mañana se le escupe a la cara diciendo que esa, esa conferencia de prensa, es nada menos que suya. El ambiente político se está volviendo otoñal, crepuscular, como si fuera el final de algo y el inicio de otro algo peor. El poder soberano se sigue depositando retóricamente en el pueblo, para que después nadie pregunte quién manda de verdad. Todos lo tenemos en la punta de la lengua, pocos lo dicen. Todos tenemos el temor, pocos lo denuncian. Migración, seguridad, aranceles, en realidad lo que se va a tratar en Washington es lo mismo: poder, y desde luego, no del pueblo.