Efraín Klériga

Erase un rey iracundo a quien si le contradecían sus consejeros peligraban perder la cabeza, pero un día él mismo creo a su gran rival.

Nervioso, desencajado, López Obrador vislumbra que su plan de sucesión será otro de sus muchos fracasos si el Frente logra parir.

La mala noticia es que no hay buenas noticias, calentamientos del medio ambiente, la inseguridad, la economía y un gobierno que dejará al país chupado, como víctima de un vampiro.

Apadrinados y liderados por López Obrador, figuras de Morena, secuestran, incitan al odio o violentan la legislación electoral.

Con una fórmula tramposa los que no son iguales sino peores, realizan un fraude a la ley para sacar ventaja electoral.

El 6 de septiembre habrá no un “Martínez Manatou” sino una “Corriente Democrática”, un  “Camacho Solís” con su EZLN y grupos que sembrarán el terror tras una sucesión mal conducida. Hay nubarrones...

AMLO intenta que las elecciones de 2024 sea el principal tema en la opinión pública y que se olviden de su corrupción y enormes fracasos.

Tanto peca el que mata al país como el que le amarra la pata y no va a votar.

El crecimiento económico no se alcanzará amenazando con la fuerza del estado a los empresarios que quieran defender sus derechos, y la inseguridad no se elimina con decretos y discursos.

Convertido ya en el rey de los cínicos, López llama a los carteles a ayudarlo a manipular las elecciones del 4 de junio, y ese día obradorizamos a México o apuntalamos un Estado Democrático.