Cuando enfrentamos un problema, ya sea personal o laboral, es normal que nuestra mente se agite en busca de soluciones ingeniosas y elaboradas, y desechemos una idea sencilla por considerarla demasiado simple.
Pero si esa idea se le ocurre a alguien que tiene cierta jerarquía o que nosotros consideramos muy inteligente, por supuesto que no nos atrevemos a cuestionarlo y aplaudimos la genial idea. ¿Por qué pasa esto?
Porque durante años el concepto de simple estuvo asociado a lo negativo. Quizás hayas escuchado frases como "es demasiado simple" o "andas muy simple", que es como el equivalente a ser bobalicón o tonto, por eso muchas personas le siguen huyendo a ser simples.
Y es que en muchos casos, desechamos las soluciones simples por temor a que sean demasiado obvias o porque creemos que solo las ideas complicadas son dignas de nuestro tiempo y esfuerzo, pero ser simples tiene su lado bueno porque aporta claridad, eficiencia y accesibilidad, lo que puede ser clave en un entorno empresarial cada vez más complejo, y por supuesto también en nuestro mundo cotidiano.
De acuerdo con Jack Trout en su libro "El poder de la simplicidad", ahora lo más sofisticado es lo simple y afortunadamente muchas empresas y muchas personas buscan ser más simples.
Aunque en su día a día las empresas buscan soluciones innovadoras y estrategias para destacar en un mercado cada vez más competitivo, buscan ideas sencillas que puedan implementar en pequeños pasos y que no necesiten un grupo de especialistas que les tenga que explicar primero todos los conceptos y después cómo se implementaría.
Por ejemplo en mercadotecnia la simplicidad puede ser un activo muy valioso porque las ideas simples a menudo son más fáciles de comunicar y por supuesto el público las entiende y las acepta más rápido.
Otra área donde la simplicidad también es bien aceptada es la administración, porque simplificar los procesos y las operaciones puede llevar a una mayor eficiencia y productividad. Las soluciones más simples implican menos margen de error y menos costos. La burocracia innecesaria y los procesos complicados pueden ralentizar una organización.
En mi experiencia como consultora de marketing y comunicación es muy común escuchar a mis clientes quejarse de la lluvia de conceptos como Funnel, Awareness, Engagment y CRM, entre otros, conceptos rebuscados que a veces no entienden y lo más importante no ven un retorno de inversión si los agregan a su vocabulario.
Quizás sea por arrogancia intelectual o quizás para sonar más profesionales, en ocasiones utilizamos un lenguaje más rebuscado, y nos olvidamos que nuestro interlocutor apreciaría mejor una comunicación sencilla y directa. ¿Qué puedes hacer por mi empresa?, ¿Qué resultados voy a tener y cuándo los empezará a ver?
Si queremos tener éxito en nuestra vida, y en nuestra carrera profesional, aprendamos a pensar y hablar en términos sencillos como dice Jack Trout: "El futuro le pertenece a quienes pueden hacer las cosas simples".
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Nos leemos, la próxima vez. Hasta entonces.