Durante décadas las mujeres han luchado por la igualdad de oportunidades en el mundo empresarial, y aunque ha habido algunos avances en este ámbito, todavÃa hay mucho trabajo por hacer.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de EstadÃstica y GeografÃa (INEGI) de México correspondientes al cuarto trimestre de 2021, la participación de las mujeres en puestos directivos y gerenciales es del 38.2 por ciento, mientras que los hombres ocupan el 61.8 por ciento de estos puestos.
Estas cifras muestran que, aunque ha habido un avance en la inclusión de mujeres en puestos de liderazgo en México, aún existe una brecha de género significativa en la representación de mujeres en puestos ejecutivos.
A pesar de que las mujeres pueden ser más empáticas y tener un enfoque más colaborativo, lo que les permite tener una visión más integral y trabajar en equipo de manera efectiva.
Este fin de semana vi una serie en Netflix, llamada La Ley de Lidia Poët, que cuenta la historia de la primera abogada italiana, y de todas las penalidades que tuvo que pasar para convertirse en abogada, cosa que no logró hasta la segunda década del siglo XX. Ya casi en el ocaso de su vida logró ejercer la profesión que tanto habÃa deseado.
En la serie esta mujer es juzgada por todo, por usar pantalón y no vestido, por no estar casada, por andar en bicicleta, por atreverse a compartir sus opiniones en un mundo netamente masculino. De hecho hay una escena donde uno de los personajes le dice : "Si Dios quisiera que fueras abogado, hubieras nacido hombre". Asà era el pensamiento a finales del siglo XIX.
Y es gracias a la pasión y espÃritu de esas mujeres que todas gozamos del privilegio de ser libres, de votar y ser votadas, de tener una educación, de ejercer una profesión, de decidir si nos casamos o no, si nos volvemos religiosas o nos arrojamos a los placeres del mundo. Es verdad, no en todas los paÃses, ni en todas las regiones o pueblos las mujeres pueden gozar de estos privilegios en igualdad de circunstancias ( y en México las cifras de las mujeres vulneradas, maltratadas y violentadas son alarmantes), pero cada dÃa se lucha porque todas puedan ejercer sus derechos.
Pero no hay poder sin responsabilidad, y cada espacio ganado por y para las mujeres, desencadena una responsabilidad de seguir luchando por la igualdad de género, por la justicia social, por apoyar a otras mujeres y de ser modelos a seguir para las futuras generaciones.
Yo no sé si en el infierno haya un lugar reservado para las mujeres que no apoyan a otras mujeres, como decÃa Madeleine Albright. Lo que sà sé es que en este mundo, las mujeres no deberÃamos de juzgarnos ni atacarnos entre nosotras por tener opiniones y formas diferentes de disfrutar la vida.