Como consultora en ocasiones me toca acudir a las oficinas de los clientes y observar cómo trabaja cada área o departamento para incluirlo en los procesos de mejora que estamos realizando. Hace unos días me llamó la atención que un operador preguntaba a una chica de administración por sus horas extras, decía que ya le había tocado trabajar varias semanas y que en su sueldo no le aparecían.
La chica, un poco impaciente, le comentó que estuviera atento al próximo pago y que si no le aparecían, entonces regresara; el operador le contestó que eso fue lo que le dijeron la semana pasada, pero que sus horas no se reflejan en el pago... sin decirle nada la chica cerró la puerta y el señor se quedó a fuera muy molesto.
Al día siguiente, me enteré que el señor había renunciado y se había ido muy molesto con la empresa. Esta situación ilustra uno de los desafíos que enfrenta la industria de la construcción: la alta rotación de personal.
En el mundo laboral, la responsabilidad es un valor que genera confianza y tranquilidad tanto para los clientes como para los empleados. Y cuando no se asumen las consecuencia de nuestras acciones y decisiones, un pequeño error puede transformarse en un desastre profesional y personal.
En este caso, para algunos pudiera parecer muy sencillo: si el señor dimite a su puesto, la empresa busca el reemplazo, contratan a alguien más y listo; pero no es tan sencillo como parece.
Cuando un operador falta o renuncia hay un aumento en la carga de trabajo en los demás operadores, quienes deben asumir responsabilidades adicionales para mantener la producción o las entregas sin interrupciones, lo que puede generar estrés.
También la falta de un operador clave puede afectar el cumplimiento de los plazos de entrega, comprometer la satisfacción del cliente y obviamente la reputación de la empresa.
Y si no se tiene cuidado con los rumores o los mensajes que se difunden en la empresa, éstos pueden afectar la moral y la motivación de todos, por qué no todos saben por qué renunció, si es cierto que lo trataron mal o si en verdad no le pagaron. Todo eso provoca un ambiente de trabajo tenso y hostil.
Y es que en un negocio cada trabajador es como un engranaje en una compleja máquina: cada uno, por pequeño que parezca, tiene un papel importante en el funcionamiento general de toda la empresa. Si alguno falta, falla todo lo demás.
La responsabilidad no solo implica evitar errores, sino también asumirlos cuando ocurren y buscar soluciones. Como empleados además de cumplir con nuestras actividades, también tenemos la responsabilidad de ser empáticos con nuestros compañeros a todos niveles.
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Nos leemos, la próxima vez. Hasta entonces.
