Ayer realicé algunos cálculos para explorar la posibilidad de jugar a las “predicciones” del pasado reciente, en ese proceso en que los pasados recientes inexorablemente se van acercando al futuro posible del día de la elección presidencial, que será el 2 de junio de 2024.
Confieso que la motivación fue la inconformidad, que algunos han expresado en insultos, hacia mi humilde persona (ja, ja, los matemáticos en general no somos humildes). Al respecto, lo siguiente:
1. Entiendo que algunos seguidores de Xóchitl de encabronen conmigo porque mis estimaciones le dan una muy holgada ventaja a Claudia.
2. Inmersos como estamos en un contexto fundamentalmente propagandístico, por más que subrayo, cada vez, que mis estimaciones están electoralmente infladas en favor de Claudia, por la composición de su fuerza (viejitos, poca escolaridad y bajos ingresos), ellos solo ven unas cifras que no les gustan.
3. Hay, sin embargo, otro sector de Xochilovers que mostró entusiasmo conmigo, porque en nuestra última evaluación del 18 de diciembre, detectamos que Xóchitl dio muestras de clara recuperación.
4. He insistido también en señalar que los resultados de la elección, cuando la composición de fuerzas genera sesgos para propósitos electorales, poco tienen que ver con los resultaros de una encuesta.
5. He insistido también en que andarle haciendo al pendejo tratando de usar encuestas para adivinar el resultado de la elección, es un pasatiempo para despistados. Que lo más relevante es detectar los cambios significativos en el proceso, y que para ello nuestros Monitoreos funcionan maravillosamente.
6. Lo anterior, por ejemplo, nos permite afirmar que lo que han hecho durante las últimas semanas en el equipo de campaña de Xóchitl ¡ha funcionado bien!
7. Dicho de otro modo: deja de preocuparte por el pinche resultado de la elección, y concéntrate en evaluar adecuadamente tu estrategia y tu táctica, para que avances con mayores posibilidades de triunfo, en lugar de desgastarte tratando, como pinche neófito que eres, de confrontarte con un especialista en el tema de encuestas.
8. A pesar de lo anterior, que representa mi contribución al propósito de hacer inteligible el proceso (ojo: mi propósito es de orden cultural no político; yo no sudo calenturas ajenas), exploré la posibilidad de jugar a las predicciones, con los siguientes resultados:
9. Tendríamos que buscar una forma razonable de restringir la atención solo a aquellos que tienen mayores posibilidades de acudir a votar.
10. Algunos aficionados “resuelven” esto, preguntando si van a votar o si votaron la vez anterior; en los dos casos tenemos el inconveniente de que esa pregunta tiene en la respuesta afirmativa al deber ser; en consecuencia, muchos pinches abstencionistas nos dirán que sí, pero no irán a votar. La segunda opción tiene el inconveniente adicional de que los menores de 21 años no podrían haber votado la vez anterior.
11. Una mejor opción es filtrar la base de datos, para quedarnos solo con las personas que nos dicen que tienen interés en la política (41.7%), pero en tal caso se me reduciría la muestra para Monitoreo a solo 62 personas, y en consecuencia los márgenes de error serían inaceptablemente amplios.
12. Una opción sería hacer más grande el tamaño de muestra (al menos duplicarlo), pero no tengo suficiente dinero para invertir en ello, ni forma de conseguirlo. En México, quienes podrían interesarse en esto, y lo siguen, son pobres o ricos. Los pobres o clasemedieros no pueden invertir en esto y los ricos son ojetes.
13. En consecuencia, tendremos que conformarnos con lo que tenemos, que no es poco; sigamos tratando de entender la dinámica del proceso electoral, de comprender mejor a La Muchacha; de compadecerla, de amarla.
