Recibí muchos mensajes sobre mi artículo anterior, en el que hablamos de los hijos. Muchos de ellos comentando que efectivamente así es la vida.
Me interesó el tema de las crisis por las que atravesamos las personas en las distintas etapas de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Y cómo se va moldeando nuestra personalidad como consecuencia del manejo que hacen nuestros padres en la infancia, y después, como procesamos esas crisis en la edad adulta.
De esto habla Erik Erikson en sus escritos. Erikson fue un destacado psicólogo y psicoanalista alemán-estadounidense quien elaboró la teoría del desarrollo psicosocial. Destaco principalmente porque trascendió las bases elaboradas por Sigmund Freud y le dio frescura al enfoque psicológico de la personalidad en la edad adulta. Erikson habla de ocho etapas.
Las 8 etapas evolutivas de Erikson son: Confianza vs. Desconfianza (0 a 18 meses). Autonomía vs. Vergüenza y Duda (18 meses-3 años). Iniciativa vs. Culpa (3 a 5 años). Laboriosidad vs. Inferioridad (6-7 a los 12 años). Identidad vs. Confusión de roles (adolescencia hasta los 20 aprox.). Intimidad vs. Aislamiento (20 a los 40 años). Generatividad vs. Estancamiento (40 a los 60 años). Integridad vs. Desesperación (60 años hasta la muerte).
Lo interesante de estas etapas es que abordan lo que sucede en la persona cuando ya es adulto. Por mi parte, analizando estas etapas de las que habla Erikson, puedo ver claramente de donde provienen las aberraciones mentales con las que vivimos. Nuestra lucha para liberarnos de esas emociones tan limitantes como la culpa, el miedo, la desconfianza y la vergüenza, y con las que luchamos día a día.
También hay filósofos como Peter D. Ouspensky (Filósofo, matemático, esoterista y escritor ruso, 1878-1947), o el mismo George Gurdjieff (Maestro, místico, escritor y compositor de origen ruso, 1866-1949), que para liberarnos de esas creencias y desviaciones, elaboraron complejos procesos que ayudan a que las personas puedan mirar en su interior y ubicar la fuente de esas culpas, miedos y desconfianzas, por mencionar algunas, y sanarlas.
Sus escritos basados en las enseñanzas sufíes dieron lugar al Eneagrama de la personalidad, de la que luego Claudio Naranjo, psiquiatra egresado de la universidad de Valparaíso, Harvard y Berkeley, escritor chileno que se convirtió en uno de los pioneros y máximos referentes de la psicología transpersonal. (1932-2019) tomo para difundirlo como parte de su teoría de la psicología transpersonal.
Por ejemplo, ¿De dónde viene la confusión de roles, en la que los jóvenes terminan vistiendo ropas ajenas a su género? Pues precisamente de esas crisis de las que habla Erikson: primero una autoestima deteriorada y luego de una confusión de roles.
En esta etapa de la infancia el niño puede desarrollar un sentido de inferioridad que le hará sentirse inseguro frente a los demás. Puede llegar a ser un esclavo conformista y sin pensamientos propios, o, por el contrario, mostrarse cruel y agresivo con sus compañeros.
En esta etapa es muy importante la presencia de los padres, y la madures emocional de los mismos, para darse cuenta de lo que sus hijos pueden estar atravesando en su vida.
Pero ¿qué nos espera cuando superamos los 65 años de edad?
Hasta antes de los sesenta (de los 40 a los 60) estaremos en la etapa más productiva e inteligente de la vida, sin importar lo que digan las autoridades y los sindicatos o los departamentos de RH de las empresas.
El peligro reside en dejarnos, abandonarnos y estancarnos, con la creencia de que lo mejor de nosotros ha pasado ya. No es verdad.
El éxito en esta etapa de la vida depende en realidad de dar y cuidar, de poner algo nuevo en la vida, en la medida de las capacidades de cada quién. Ni siquiera es necesario haber tenido hijos o haber educado a algún hijo. De lo que se trata es de dar.
Lo contrario de esto está representado por los sentimientos de egoísmo, la auto indulgencia, la codicia, la falta de interés en los jóvenes y las generaciones futuras, la falta de interés por el mundo en que vivimos.
La realidad es que las mejores obras de arte, creativas, escritos y disrupciones tecnológicas e innovaciones, provienen de personas que han superado los 60 años y que son capaces de dar.
Y después de los sesenta estaremos en la etapa de la integración o la desesperación.
Teóricamente, estamos en la etapa del retiro y aunque para muchos esta es la época que han estado esperando por años, cuando la tienen ya no saben qué hacer con ella.
Carecen de propósito y podemos entrar en la desesperación cuando nos encontramos solos y la desesperación viene a ser el reflejo del miedo mayor: el temor a la muerte y a la perdida de la autosuficiencia. Perdemos familiares y amigos. Y podemos fácilmente concluir que no estamos listos para partir.
Tenemos una integridad de experiencias y sabiduría. Hemos tenido oportunidad de sanar todas las heridas sufridas en la infancia y además entendemos que la muerte, es una puerta más, en el camino de la vida. Si logramos trascender ese último miedo, obtendremos claridad y templanza para aceptar que, aun en esta etapa de la vida, tenemos mucho que dar y mucho que construir.
Hay una larga lista de propósitos, aprendizajes y oportunidades que se abren ante la fuerza de un adulto mayor cuando se da cuenta de que el retiro es un deseo de la sociedad, no de él.
La sociedad lo que quiere es quitarse la carga económica de un hombre mayor. Es la sociedad la que no quiere batallar con estos adultos. Y está en manos de nosotros permitir la marginación social o enfrentar esta etapa con entereza.
Propósitos:
Mentoría y enseñanza. Compartir conocimientos y experiencias con generaciones más jóvenes.
Participar en iniciativas comunitarias. Aumentar el propio cuidado personal, explorar nuestro propio interior.
Aprendizajes:
Aprender a adaptarse a los cambios físicos, emocionales y sociales. Desarrollar la resiliencia emocional. Adaptarse a las nuevas tecnologías y sacarle provecho
Oportunidades:
Educación continua, participar en programas educativos, cursos en línea para mantenerse mentalmente activo y comprometido. Viajes y exploraciones, participar y crear actividades recreativas. Mantenerse conectado con la sociedad.
Si tienes más de 65, no hay nada perdido, todavía hay muchos caminos donde dejar tu huella
No perdamos la esperanza, ni la fe, hasta la próxima.