Dedicamos esta columna a la memoria de Enrique Florescano Mayet, hombre ilustre nacido en Veracruz, que falleció el día de ayer a la edad de 85 años. Florescano fue un historiador distinguido que sirvió a México desde distintas tribunas, pero principalmente como historiador de los pueblos mesoamericanos.
Se ganó el respeto de la comunidad académica por la calidad de su obra, su labor en las aulas y el trabajo en el servicio público, que lo llevó a ser director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1982. La revista Nexos fue una de sus obras pues participó en su fundación.
Siempre estuvo atento a la agenda pública y en su momento repudió el artero ataque al INE, su ideología política, como la de muchos mexicanos, fue la democracia.
“El estudio del pasado nos obliga a trasladarnos a otros tiempos, a conocer lugares nunca vistos antes, a familiarizarnos con condiciones de vida que difieren de las propias y de ese modo nos incita a reconocer otros valores y romper las barreras de la incomprensión fabricadas por nuestro propio entorno social.” La función social de la historia. Enrique Florescano. Descanse en paz.
Alcanzar el éxito no es igual a alcanzar la excelencia. Juzgamos fácilmente el éxito, principalmente en relación a los demás.
Si buscamos en la web podemos encontrar muchos señalamientos, e incluso listas de las cualidades, de las características que debemos tener como personas, para alcanzar el éxito.
Muchas de las recomendaciones se enfocan en planear, tener objetivos, alcanzar las metas, tener paciencia, tomar decisiones, entre muchos otros atributos deseables. También se vincula el éxito con la riqueza, tener dinero. En algún momento se menciona obtener el reconocimiento de los demás, porque finalmente somos seres sociales.
Pero luego vemos lo que los íconos de la riqueza han logrado (Donald Trump, Carlos Slim, Carlos Salinas de Gortari, Emilio Azcárraga Milmo, por mencionar algunos) y vemos que los llamados atributos que se recomiendan se disuelven en la nada y se cambian por otros.
Entonces pareciera que para obtener el éxito además hay que ser un depredador y después de amasar una fortuna, convertirse en mecenas. De lo que sea, del arte, del entretenimiento, de la niñez.
Es muy cínico verlo así. Pero así es la realidad. Entonces aunque se hayan escrito libros sobre el éxito, parece que no es muy fácil, teniendo atributos tan buenos, lograr el éxito en relación con la riqueza o el poder.
Por otro lado, pensar en que, si nos preparamos para ser la mejor en alguna disciplina, o el mejor en alguna profesión, digamos que estamos buscando la excelencia en algo ¿eso nos garantiza de alguna manera el éxito? La respuesta es contundente. NO.
Ser excelente en algo no nos garantiza nada.
En mi opinión alcanzar el éxito realmente no importa. Lo que importa es que estes en armonía con tu propio ser. Que estes contento con lo que eres. Que seas congruente con lo que piensas y lo que haces. Y que estes consciente de para que o porqué lo haces.
Puedes dedicar toda tu vida a buscar la excelencia y nunca alcanzarla. Y cuando los demás te reconocen que eres excelente en algo, te das cuenta que tu excelencia no contribuye en nada, para hacer que el lugar donde estas sea un mejor lugar para todos.
Entonces tal parece que ser mejor persona contigo y con los demás, eso si contribuye a hacer mejores espacios para todos. Lo que pasa es que pocas personas pueden darse cuenta de que su calidad humana es en realidad su éxito consigo mismo.
Mientras estemos todos persiguiendo el éxito en relación con la riqueza, la sabiduría, o los demás y sus coches nuevos, sus acciones en el club o todo aquello que deslumbra, estaremos persiguiendo el objetivo equivocado.
También para esto, para saber sobre nuestra propia calidad humana, también para esto, sirve el autoconocimiento.
No perdamos la esperanza, ni la fe, hasta la próxima.
