En México no somos eficientes en el uso del agua y la tierra. El 80 por ciento de la tierra que se cultiva es de temporal, es decir, para cosechar algo se depende de la temporada de lluvias, si llueve a tiempo, se cosecha; si no llueve, se pierde la cosecha.
Del 20 por ciento restante que sí se riega, 7 por ciento utiliza riego por goteo, un método muy eficiente que sólo riega aquello que debe regarse, con precisión.
Adicionalmente, en el 18 por ciento de lo que se riega, se utiliza riego por aspersión, donde máquinas impulsan el agua de manera indiscriminada, simulando la lluvia, mojando espacios que no requieren ser humedecidos y, por ende, desperdiciando una gran cantidad de agua.
El resto del espacio, 75 por ciento, se riega por inundación. Es decir, se abren las compuertas de los canales o surcos que conducen el agua por gravedad a los sembradíos y se dejan abiertas hasta que se empapen todas las hectáreas sembradas. En este método el desperdicio es mayúsculo.
En este contexto, aumentar la eficiencia del proceso agroalimentario debería ser una meta de este y los próximos gobiernos de México.
Tomemos, por ejemplo, el rendimiento de los agricultores del cinturón de maíz de Estados Unidos que convirtieron algunos de sus campos de maíz de temporal a riego por goteo.
Dan Luepkes de Illinois utilizó el goteo con éxito para regar algunas de sus tierras de peor calidad, maximizando los ingresos en cada hectárea. Su rendimiento de maíz creció de 9.5 toneladas por hectárea en su parcela de temporal a 19.5 toneladas por hectárea en la parcela irrigada por goteo.
Un ejemplo que sirve para ilustrar que, con mejor tecnología, se aumenta la producción alimentaria de una región y también se disminuye substancialmente el uso de uno de los recursos más escasos: el agua.
En esta línea, entre los programas que apoyan el desarrollo agrícola de México se encuentra el de Producción para el Bienestar, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), un programa hecho para pequeños y medianos productores de granos (maíz, trigo harinero, frijol y arroz), café y caña de azúcar.
Es evidente que el actual gobierno ha desarrollado programas de apoyo a pequeños productores, principalmente para aquellos dedicados a la producción de Maíz y Frijol (PIMAF). Sin embargo, para los demás gramos que abastecen a distintas industrias, el apoyo es muy limitado y pulverizado.
A raíz de ello, distintas industrias se han organizado de distintas maneras. En el caso de la cebada maltera, uno de los ingredientes principales para la producción de cerveza, los productores se han coordinado para lograr créditos de bajo interés, así como conseguir apoyo de distintas empresas especializadas en la producción alimentaria del campo como John Deere, que provee tractores con tecnologías digitales para medir los niveles de nitrógeno presentes en el campo.
Otras empresas como Syngenta acercan la tecnología para acelerar la innovación, aportando semillas y protección de los cultivos. Yara es una empresa sueca que genera conocimiento y herramientas digitales para fortalecer la agricultura de precisión y desarrollar soluciones de nutrición de cultivos. También, las cerveceras se involucran en mejorar la industria agroalimentaria, por ejemplo, HEINEKEN México que cuenta con 7 plantas productoras de cerveza y una maltera, donde se desempeñan más de 18 mil personas comprometidas con la calidad agroalimentaria.
En 2018, estas empresas iniciaron un proyecto enfocado en la producción de cebada maltera en los estados de Hidalgo, Tlaxcala y Puebla, con una superficie de mil 500 hectáreas; un año después, en 2019, esta cifra se triplicó para llegar a 4 mil 500 hectáreas. Durante el año 2020, aún frente a la emergencia sanitaria del COVID-19, se alcanzaron más de 10 mil hectáreas y, para 2021, se integraron más de 15 mil hectáreas en las regiones del Altiplano y el Bajío.
Iniciativas como esta se tendrían que estar apoyando con mayores recursos, pues del uso eficiente de los recursos y las tecnologías depende la sostenibilidad alimentaria en México y la autosuficiencia agrícola del país.