Un día salieron con sus mochilas llenas de libros y de sueños, pero de pronto se truncaron… inesperadamente alguien irrumpió en su salón de clases y detuvo el reloj de sus vidas, marcando la vida de sus seres queridos para siempre.
Salvador Ramos, de 18 años y de origen hispano, acabó a disparos con la vida de 19 niños y dos maestras en la Primaria Robb de Uvalde Texas, una pequeña población situada entre Laredo y San Antonio.
Niños que no sobrepasaban los 10 años, según escuché en un programa de radio, uno anhelaba ser DJ, una niña actriz, otros disfrutaban del softball y algunos formaban parte del cuadro de honor… ¡cuántos sueños!, ¡cuántas esperanzas!
Familias destrozadas, indignadas, sacudidas; ver a tu hijo salir y ya no regresar a causa de este hecho tan cobarde, no tiene palabras. También hubo hijos que perdieron a sus madres en un hecho inimaginable, pues siendo maestras jamás esperarías que la violencia llegara a tu propio lugar de trabajo.
Según la organización Gun Violence Archive, este año se han presentado 650 incidentes entre menores de edad que han perdido la vida a causa de armas de fuego en Estados Unidos, algo lamentable, pues la esperanza de cualquier país son sus niños y su gente joven. En el estado de Texas es legal adquirir armas hasta los 21 años.
No es el hecho de condenar al culpable, hay que ir más allá y traducir lo que nos pasa como sociedad, qué estamos dejando de hacer con nuestros niños, con nuestros jóvenes, en qué estamos fallando como padres, a qué le damos más prioridad.
¿Qué llevó a pensar a un joven de 18 años que tenía decisión sobre la vida de otros inocentes? ¿Qué vacío tan grande tenía?
Ese joven había sufrido de “bullying” a causa de un problema en el habla, pero estas situaciones de hostigamiento las hemos vivido muchos en algún momento de nuestras vidas. Sólo que los padres olvidaron que era prioridad la atención hacia su hijo y crearle seguridad o darle apoyo.
Y aunque en México estas situaciones no son comunes en las escuelas, pues la venta de armas está "prohibida", hay otra realidad igual o más preocupante: los menores de edad viven en el peligro de ser arrastrados por el narcotráfico, o tener a su alcance la droga en las escuelas, y también existe la venta ilegal de armas.
Despertemos, detectemos los focos de alerta, estemos al pendiente de nuestros hijos. Es una ola de violencia que tiene que parar, despertemos porque el futuro son ellos y las raíces comienzan en casa y, si no están bien cimentadas, seguiremos lamentando hechos como la masacre de niños en Uvalde.
Todo el honor para esos niños y sus familias, y ojalá este hecho remueva nuestras conciencias y nuestros corazones.
