Tragicomedia

“Los sumisos, los indiferentes, los resignados, son la masa, la muchedumbre que con su pasividad y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las sociedades”, Ricardo Flores Magón.
 
Se recuperan AMLO y la 4T de los relativamente malos momentos de las pasadas semanas, y tanto él como su partido revierten todos los avisos negativos registrados en la última medición, regresando en su mayoría a sus promedios. Incluso, en el caso del rubro de mejores políticos, el presidente alcanza una vigorosa alerta positiva. Este es el resumen titular de los datos recabados por SABA Consultores el pasado lunes. Mientras tanto, los tímidos avances de Xóchitl no fructifican, y regresa también a sus promedios previos. Ciertamente, muchos buscan una explicación a estas fluctuaciones, que aparentemente suceden sin orden ni concierto. Por supuesto que los acontecimientos, políticos o sociales, son factor muy principal, pero también la gestión que ante ellos hacen los candidatos. Su reacción o no ante esta multiplicidad de situaciones, en suma, su habilidad política. Esto incluye el aprovechamiento de ventajas o, en caso contrario, el control de daños. Quienes ahora son oposición llevan años mostrando una gran incapacidad, además de un sentido de la realidad política y humana del país que se revela inmerso de lleno en el terreno de la fantasía. En román paladino: se creen sus propias ficciones, a veces bañadas de un alucinante onanismo intelectual, al que contribuyen, voluntariamente o no, ciertos eruditos. Formen estos o no parte de quienes tienen calidad de arrepentidos, pues contribuyeron en no poca medida a la llegada de AMLO al poder.
 
Pero hay algo más, y bastante grave, que atañe no sólo a la clase política, sino a la ciudadanía en general. En un contexto de clara violencia electoral, que se suma a la ya de por sí extrema criminalidad cotidiana, desciende por segunda vez la preocupación por la inseguridad. Sin embargo, el “Top of mind” prueba que tales situaciones captaron mucho la atención de los mexicanos, en particular en trágico caso de Camila, en el que las víctimas se transformaron en victimarios, ante la pasividad de la autoridad. Estas situaciones responden a una realidad poco ponderada: la ausencia de la necesaria capilarización de los mecanismos del Estado, que en la práctica no está presente en gran parte del territorio. El Estado fallido, perdido ante la eterna pervivencia de caciques y caudillos, en sus más diversas formas. Por eso se da la paradoja de que, si durante décadas se institucionalizó la revolución, ahora se esté institucionalizando el conformismo. Estos estallidos de justicia por su mano, no son más que fogonazos y reacciones ante la ausencia de autoridad. Eso, y la búsqueda de protección, está en el origen de cuantas mafias en el mundo han existido.
 
Asisto en estos días a un seminario sobre América Latina, donde el Dr. Malamud Rikles, gran especialista, ha titulado su ponencia sobre México “La tragicomedia de la 4T”. Acertada y triste definición de una realidad en la que los ciudadanos no responden a patrones comprensibles de comportamiento, dominados por un conformismo que, de cuando en cuando, no tiene más remedio que estallar en reacciones viscerales, para luego volver a dormir su sueño. Que esto lo esté propiciando la que se hace llamar izquierda mexicana es una blasfemia política y moral. Pero que la oposición, incluyendo la minúscula socialdemocracia que no acaba de querer nacer, no sea capaz de transmitir una idea clara y conjunta de cómo evitar todo este daño, y no sepa manejarse ni en situaciones de ventaja, es también vergonzoso. La candidata de la oposición no está mostrando un plan lúcido, entendible, y eficaz que haga real su alternativa. Mientras, un México capaz de aunar en su realidad el conformismo y el odio es en efecto toda una tragicomedia. Conviven desdicha y parodia sin que nadie parezca querer o poder evitarlo.

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