De un tiempo acá, por mi exposición en la televisión con Gregorio Martínez y Ramón Alberto Garza, y más recientemente con Ricardo Rocha, es común que algunas personas me saluden en restaurantes y espacios públicos, y que me hagan algún comentario.
El de hoy me llamó mucho la atención; así, de pasadita, un comensal ya de salida, deslizó el siguiente comentario: “parece que La Muchacha quiere militar”.
Como les he dicho antes, a mi me vale madre quien gane la presidencia el 2024, pero sí deseo, fervientemente, que el próximo presidente no haga las locuras que hace AMLO; que la racionalidad regrese a Palacio Nacional o a Los Pinos, pero que salgamos de este rosario de pendejadas que AMLO (no necesariamente sus correligionarios) representa, de modo que hasta a un milico yo vería bien, a condición de lo anterior.
Es claro que la idea de un presidente militar la sembró Adán Augusto López, quizá en el propósito de que la gente ya no piense en los guacamayazos, que últimamente a él han alcanzado, y anda tratando de desviar la atención con temas extraños, como dónde se da la mayor concentración de pendejez en México, un tema que para los regios resulta irrelevante, porque iluminados por la sapiencia de nuestro filósofo Hermenegildo Torres, sabemos que: “es mejor aceptar ser un pendejo, que porfiar en necedades que lo confirmen”.
Pero volvamos al comentario de que La Muchacha quiere militar, pues me recuerda uno de los episodios más picosos de nuestra historia de mediados del siglo XIX. Resulta que nuestro benemérito Doctor José Eleuterio González, más conocido por el cariñoso epíteto de Gonzalitos, se enamoró de una hermosa mujer de nombre Carmen Arredondo. Fue advertido por personas que lo estimaban de que no le convenía como esposa aquella jovencita, sumamente encamable, según las crónicas de la época, y se casó con ella a pesar de la advertencia, que fue verbalizada del siguiente modo: “esa muchacha quiere militar”.
El riesgo estaba latente, y la oportunidad se presentó: quiso la vida que coincidieran la referida dama y el apuesto General Mariano Arista, por aquellas épocas enviado a Monterrey para enfrentar a los colonos texanos que ya andaban alborotados con separarse, y olímpicamente el general, que después llegaría a ser presidente de México, le bajó la vieja a Gonzalitos, y para colmo de males la presumía en los eventos de la alta sociedad regiomontana como su esposa. Todo un escándalo, que lo siguió hasta Palacio Nacional ya como presidente.
Así las cosas compañeros. Preocupa que, como Carmen Arredondo, nuestra descocada Muchacha quiera militar. Ojalá no se mueva en esa dirección, porque podría correr la misma suerte que doña Carmen, que una vez que el General Arista cayó en desgracia trató de reconciliarse con Gonzalitos, y éste la mandó a chingar a su madre, para morir de meningitis en 1988.
Sí preocupan estas tentaciones, porque nuestra Muchacha de la
Opinión Pública, dio claros síntomas iniciales de meningitis en el 2018, particularmente el de desorientación (aunque debo decir que quienes la desorientaron fueron algunos intelectuales pendejos que tenemos en México), cuando eligió a AMLO como presidente.
Por lo pronto, les informo que ya terminamos el trabajo de campo de nuestro Monitoreo Nacional, y que mañana martes, a las 5 pm, les estaré informando si AMLO se recupera, se estabiliza o si se sigue deteriorando.
Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.