A lo largo de sus dos años de gobierno, el Presidente López Obrador se ha referido en repetidas ocasiones a las remesas o envíos de dinero de los mexicanos (principalmente desde Estados Unidos) a las familias en su suelo natal.
Al Presidente le gusta referirse a ellos como “héroes sociales”, por sus envíos de dinero, y llega incluso al grado de “agradecer su apoyo” al Gobierno, como si enviar una remesa fuera una especie de voto de confianza a la Cuarta Transformación que encabeza López Obrador.
Más recientemente, en su mensaje del 1 de diciembre en Palacio Nacional con motivo del segundo aniversario de su toma de posesión del cargo, nombró a las remesas como “milagro social”, continuando así con su uso frecuente del lenguaje y metáforas religiosas de tipo cristiano.
Nada más errado. Las remesas no son un “voto” a favor de ningún político en México, sino un acto privado del ámbito familiar que en efecto, tiene amplias repercusiones sociales, pero que no significa, en absoluto, que se apoya o no a López Obrador.
Como fenómeno de repercusiones económicas, los envíos de dinero del exterior a México se han transformado en una de las principales fuentes de ingreso de divisas al país, de ahí su enorme importancia.
Las cifras más recientes del Banco de México nos dicen que, entre enero y octubre de este año, se recibieron en el país 33,564 millones de dólares por concepto de remesas, una cantidad de grandes proporciones que da la idea precisa de la importancia de estos envíos.
Comparado contra el 2019, cuando se recibieron 30 mil millones de dólares en el mismo periodo enero-octubre, el volumen de ese dinero se elevó en 10.4 por ciento.
Además, revela el Banco de México, el promedio por cada envío llegó a 339 dólares entre enero y octubre, lo cual representa un aumento del promedio de 326 dólares registrado el año pasado.
En marzo pasado, el envío de dinero del extranjero superó los 4 mil millones de dólares en un mes. En septiembre y octubre, el nivel se mantuvo por arriba de los 3,500 millones de dólares respectivamente.
En este momento, después de las exportaciones ligadas al sector automotriz, las remesas representan la segunda fuente de divisas para México.
No se equivoquen, Sr. Presidente, Sres. Gobernadores, diputados y senadores que se llenan la boca al referirse a los “héroes migrantes” o al “milagro social” de las remesas: los mexicanos que envían dinero a sus familias a México no lo hacen pensando en ustedes, para nada.
Cuando piensan en ustedes, más bien los perciben como una de las causas de su emigración: su incapacidad y torpeza, su ambición por el poder, su falta de visión como políticos, son factores que, además de las circunstancias personales y familiares, los orillaron a tomar la decisión crucial de salir de México para buscar mejores oportunidades.
Si quieren ver “votos de confianza” o “apoyos” en los envíos de remesas, no hacen otra cosa que el ridículo y ponen en evidencia su simple y llano oportunismo político, cosa para la cual los políticos mexicanos se pintan solos.
Arreglen el país, hagan a un lado sus eternos conflictos políticos y su corrupción, renuncien a su insaciable ambición de poder, dejen de tener delirios de grandeza, señores, y pidan perdón a los migrantes que, por culpa de los malos gobiernos, se tuvieron que ir de su madre patria.
No jueguen con los migrantes, no manipulen a las remesas, ¡pónganse a trabajar por México!