Las elecciones de 2021 en Nuevo Léon (2/3)

Juan Palacios

APOTROPAICO
La campaña de 2015 derivó en una especie de “cruzada” contra la corrupción que no tuvo correlato en el actuar gubernamental.
21/08/2020

Señalaba en la anterior entrega, que las elecciones de 2021 presentarían tres características que a mi modo de ver serían importantes: a) un fuerte activismo presidencial, b) que en Nuevo León serán las elecciones que siguen luego de un sexenio que de una u otra forma decepcionó a los electores nuevoleoneses porque no hubo “sangre” de la administración medinista y c) porque los partidos políticos desean conservar sus cotos de poder y consideran que no les conviene un gobernador fuerte.

Analicemos la segunda de las características que enunciamos así:

- Nuevo León enfrenta la renovación del Poder Ejecutivo local después de un sexenio en el cual un candidato independiente fue llevado a la gubernatura mediante el voto masivo en su favor, el cual se presentó como reacción a un sexenio percibido como corrupto. Los resultados fueron de alguna forma decepcionantes para la sociedad, como se refleja en los índices de aprobación del actual mandatario, por lo que habrá que ver cuál es la reacción de los electores en esta ocasión.

Durante el proceso electoral de 2015 la corrupción fue el tema predominante.

Grupos de diferentes denominaciones políticas aprovecharon la percepción de que el gobierno de Rodrigo Medina estaba plagado de corrupción para realizar los procesos de precampaña y campaña.

Día tras día, no solo opositores, sino también grupos de priistas que se consideraban desplazados por parte del gobernador y su mentor daban a conocer casos considerados como ejemplo de corrupción, desde contratos con empresas para instalarse en el estado, hasta la construcción del acueducto para traer agua desde el río Pánuco.

Por supuesto que no faltaban las denuncias acerca de lo que consideraban la actuación del padre del gobernador, el llamado Golden Daddy, de quien se contaban todo tipo de historias.

Así se fue construyendo un día sí y el otro también, la leyenda de corrupción que, una vez decidida la sucesión, pasó a formar parte del bagaje de la candidata del PRI.

Pero por parte del PAN la cosa no fue muy diferente, durante la precampaña la que se consideraba sería su abanderada, Margarita Arellanes, las acusaciones de todo tipo, hasta la construcción de una casa valuada en varios millones de pesos, acompañaron a la exalcaldesa de Monterrey.

Los diferentes grupos del PAN, que también se sintieron desplazados por el grupo dominante en ese momento, votaron en contra de Arellanes en las elecciones internas y llevaron a la candidatura, de forma más o menos sorprendente, a Felipe de Jesús Cantú, quien no tenía los amarres necesarios para la campaña electoral.

Una vez establecido el panorama, Jaime Rodríguez Calderón fue creciendo más como una expresión de hartazgo de los ciudadanos que, debido a sus propuestas, las cuales derivaron durante la campaña en atacar la corrupción y meter a la cárcel a los corruptos.

Su candidatura independiente, atrapó el imaginario colectivo. No tendría como gobernador, compromisos con los partidos, “El pueblo paga, el pueblo manda”, fue la frase que de alguna u otra forma resonó entre los votantes a la hora de depositar su voto.

Aunque el entramado institucional hacía difícil esperar el cumplimiento de varias de las promesas de campaña, mucha gente deseosa de un cambio, otra de venganza, insistieron en que Rodríguez Calderón cumpliera con sus promesas de campaña.

Con unos expedientes formados más para el show mediático que para un proceso judicial, hay quien dice que algunos ganaron mucho dinero en ese armado, el resultado fue el previsible: nadie fue declarado culpable de nada.

La sensación de engaño fue tal que hoy los índices de popularidad del gobernador son muy bajos, pese a que su acertada actuación en la actual pandemia provocada por el Covid-19 los han hecho subir

Lo que al parecer la ciudadanía no leyó, pero los partidos sí, fue que un gobernador que no cuenta con un fuerte apoyo en el Congreso no tiene poder suficiente como para iniciar una cruzada contra la corrupción o cualquier otro tipo de acción.

Y aquí es donde los partidos llegan a la conclusión de que no les conviene tener un gobernador fuerte, con apoyo en el legislativo, ya que ello impactaría negativamente en sus cotos de poder, como analizaremos en el próximo artículo.

jpalacios@mobilnews.mx



JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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