Por una vez hay que agradecer algo a LĂłpez-Gatell, la sinceridad con que dijo a Denise Maerker que nunca volverĂamos a tener la vida que hace unos meses solĂamos tener.
AsĂ deberĂan ser sus respuestas, directas, sin las cantinfleadas que acostumbra, en este tipo de situaciones no se debe edulcorar la realidad.
Hoy sabemos que lo que para nosotros era normal apenas en febrero pasado, ha quedado en el ayer y no volverá. Pese a quien le pese.
También debemos agradecer que haya dicho la verdad señalando que en 2021 la situación estará más o menos igual a la que tenemos hoy y quizá asà siga en 2022. Para qué levantar falsas esperanzas que se traducen en situaciones de mayores contagios.
Por desgracia para nosotros, poco es lo que debemos agradecer al subsecretario de Salud de la 4T y es que no ha sido capaz de contradecir a su jefe en cuestiones de vida o muerte, ha optado por callar, por agachar la cabeza en aras de un posible futuro luminoso para Ă©l.
A un polĂtico cualquiera se le aceptarĂa este tipo de conducta, al encargado de la pandemia que está modificando para siempre nuestras vidas: no.
En ese puesto se requerĂa alguien con estatura moral, ahora sĂ que con “fuerza moral, no de contagio”. Alguien que fuera capaz de decir, como Churchill, lo que hay es “sangre, sudor y lágrimas”.
Puedo entender que los gobiernos deben alentar las esperanzas de los gobernador, alimentar el ánimo nacional, pero no entiendo que lo hagan a costa de lo que sea, en este caso, de unas 250 mil muertes, entre las reconocidas como provocadas por el Covid-19, las sospechosas y las excedentes.
Ya que LĂłpez-Gatell se animĂł a decir que nunca volveremos a la normalidad que tenĂamos, deberĂa tambiĂ©n decirnos, como experto, no como polĂtico en busca de algo más, lo que se requiere hacer para enfrentar esa nueva realidad que nos acompañará de aquĂ en adelante.
Me refiero, por supuesto, a las medidas preventivas que deberemos observar.
Por lo que respecta a su jefe, que se duele del hecho que en Europa se estén tomando medidas como el toque de queda, parece que no entiende la gravedad de la nueva realidad.
Para Ă©l solo existe la elecciĂłn siguiente, la que hay que ganar, lo demás, es lo de menos, ya sea la muerte de cientos de miles de mexicanos o la brutal caĂda econĂłmica, todo es culpa del neoliberalismo, hasta el virus.
Pero en fin, esta es nuestra nueva realidad y a ella también habrá que acostumbrarse, mientras no cambie o la cambiemos.
Asà que a cuidarse, porque, aunque quisiéramos, la vida no retoña.