Aunque ya se había perfilado el estilo pendenciero de Donald Trump en su trato a los aliados, la forma en que se comportó con el presidente ucraniano Volodímir Zelenzki va más allá de cualquier expectativa y constituye un indicador de lo que nosotros podíamos esperar.
De ahí que no sea ninguna sorpresa el que haya decretado la entrada en vigor de aranceles del 25% para quienes en teoría deberían ser parte de su entorno de seguridad nacional que aparentemente tanto le importa a Trump, México y Canadá, pese a las muestras de buena voluntad que presentaron los gobiernos de ambos países.
Ni siquiera la entrega de 29 presuntos narcotraficantes vía fast track calmaron las ansias de poder del mandatario norteamericano. Hubo quien quiso ver en la entrega de Caro Quintero una manzana envenenada ya que podía destapar la participación de la CIA, Agencia Central de Inteligencia en la trama Iràn-Contras, sin ponerse a ver que incluso si se destapara el problema, Trump ganaría en su afán de destruir el llamado “Estado Profundo”.
Por lo que respecta a los aranceles no hay duda de que estos son un instrumento no de negociación, sino de chantaje. Si México y Canadá no cumplen exactamente con las reglas que el presidente de Estados Unidos impone a su arbitrio, por lo demás unas reglas que no se conocen a ciencia cierta, sufrirán las consecuencias, en términos locales, es un cobro de piso, de graves consecuencias para la economía de nuestro país.
Afortunadamente para la presidenta Claudia Sheinbaum, para su mandato y su proyecto político personal, apareció en el horizonte Trump con sus arrebatos y sus ideas, ya que gracias a este personaje, tendrá a quién culpar, le viene como “anillo al dedo” diría el clásico, en caso de que la economía, que ya presenta un aletargamiento, caiga, en caso de que lo haga.
Es cierto que todavía cabe la posibilidad de que los aranceles sean solo un montaje para que el presidente norteamericano se declare vencedor en su peculiar estilo de entender la política y la realidad se imponga, como parece que así será, ya que como lo han reiterado las autoridades mexicanas, los aranceles pueden convertirse en un balazo en el pie para el propio Trump, quien vería crecer la inflación en su país y dañaría la economía de sus compatriotas.
Independientemente de cual sea el desenlace de este chantaje, lo cierto es que mientras Donald Trump sea presidente de EU nuestro país se verá en la incertidumbre, por mucho que quienes detentan el poder en México se envuelvan en la bandera, canten el himno e invoquen la unidad nacional.
Debemos de tener claro que las reglas de la política como la entiende Trump son distintas a las que antes más o menos todos respetaban en el ámbito internacional, estamos en un momento en el cual, como en el programa aquél de Big Brother, “las reglas cambian” y en esa incertidumbre tenemos que aprender a vivir.
También habrá que esperar a ver cómo se evalúa por allá la posibilidad de actuar directamente contra los cárteles mexicanos, un tema difícil para el gobierno de México, no por lo que se señala de posibles arreglos con ellos, sino porque las consecuencias de lo que Estados Unidos haga, muy probablemente se quedarán entre nosotros.
