En el mundo de los negocios no es el pez grande el que se come al chico. Es el pez rápido el que se come a todos.
Entonces en el mundo de la competencia descarnada, se trata de decidir, casi intuitivamente, con poca información, para actuar de inmediato, lo más pronto posible.
Pero, para poder hacer esto, necesitas pensar y mucho.
Existe un proceso del pensamiento que se reconoce como “discernimiento”, este incluye a otra manera de pensar que se le conoce como “razonamiento”.
Razonar y discernir son cosas distintas.
Razonar sigue una lógica matemática que se desarrolla en el hemisferio izquierdo del cerebro. Un lugar donde los procesos son secuenciales y se puede llegar a ser metódico en el razonamiento. Se siguen los mismos patrones de pensamiento, que nos dieron resultado en el pasado, esperando obtener algo diferente en el presente. Difícilmente se incorporan nuevos hallazgos o se hacen conexiones nuevas.
El discernimiento, por otro lado, es más del lado derecho del cerebro. Se busca explorar simultáneamente varias líneas de pensamiento y se incorporan sensaciones y emociones al proceso. Se busca una reflexión profunda y un análisis cuidadoso. Por su naturaleza el discernimiento sucede cuando se trata de elegir la mejor opción entre varias que se analizan.
El discernimiento es un concepto bíblico. Es un concepto apegado al crecimiento espiritual y a la comprensión de las escrituras. Si seguimos esta guía nos llevará a aceptar creencias, basándonos en los juicios elaborados para comprender las intenciones de las escrituras.
Por siglos se ha hablado, y se ha impartido, esta manera de enfocar el conocimiento bíblico, de tal modo, que actualmente se encuentra arraigado en la mente de las personas.
Lo valioso del discernimiento es que es un proceso personal, que se lleva a cabo a nivel interior, y que incluye considerar los objetivos, principios y valores de la persona.
Cuando se hace a profundidad, me refiero al reconocer los verdaderos propósitos y los principios y valores intrínsecos, detrás de nuestros objetivos, entonces nos damos cuenta de quienes somos, porque, quiero creer, que no nos podemos engañar a nosotros mismos.
Esto último es solamente un buen deseo, porque muchas veces nos convencemos de la bondad de nuestras acciones y no podemos darnos cuenta de que podemos dañar a alguien más, que principalmente resulta ser nuestra pareja o nuestros hijos.
Entonces pensar resulta ser un proceso, que va más allá del simple razonamiento secuencial o del profundo discernimiento simultaneo.
Según Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía, la mente sigue dos sistemas, frecuentemente antagónicos, para elaborar un pensamiento.
El sistema 1 es el que hemos heredado evolutivamente desde hace millones de años. Es la forma de pensar rápida, un mecanismo que procesa nuestro entorno y busca nuestra protección (por ejemplo, al sentir miedo, huir) y su finalidad es que podamos sobrevivir. El problema del sistema 1 son los errores a nivel cognitivo que puede presentar, emitimos juicios demasiado rápido.
El pensamiento del Sistema 1 implica asociar nueva información con patrones o pensamientos existentes, en lugar de crear nuevos patrones para cada nueva experiencia. Es la forma intuitiva de pensar y tomar decisiones, forma «primeras impresiones» y a menudo saltamos directamente a las conclusiones.
En cambio, el sistema 2 básicamente lo que nos muestra es la capacidad de pensar más lenta que tenemos las personas, es una forma más reflexiva y, por lo tanto, más segura y lo principal es que no emitimos ningún juicio anticipado. El sistema 2 es la forma analítica de «pensamiento crítico» para tomar decisiones, hace reflexión y resuelve problemas a través del análisis.
El sistema uno se encarga de ver cuando un objeto está más lejos que otro, localizar la fuente de un sonido en específico, completar frases, mostrar disgusto ante algo, resolver un cálculo sencillo, conducir en una calle vacía, entender oraciones simples.
Mientras que el sistema dos es lento, requiere un mayor esfuerzo, es poco frecuente, lógico, calculador, consciente.
El sistema dos permite mantener la atención en alguien a pesar de un ambiente ruidoso. Permite pensar hasta reconocer un sonido, conducir un vehículo en un espacio reducido, darnos cuenta de la diferencia en precio y calidad de dos productos similares o iguales, darnos cuenta de la validez de un razonamiento lógico complejo, resolver un cálculo complejo.
Entonces el pez rápido puede ser que se coma a algunos lentos, pero no se podrá comer al que piensa, al que utiliza los dos hemisferios del cerebro para pensar lento y de manera reflexiva.
No perdamos la esperanza, ni la fe, hasta la próxima.