Por lo que se ve hasta hoy, es muy probable que, en 2024, los dos bloques políticos principales tengan candidatas presidenciales.
El proceso interno de selección en el Frente opositor tiene como última etapa la decisión entre Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez, mientras que del lado de la ‘4T’, Claudia Sheinbaum ha logrado mantener el primer lugar en la mayoría de las encuestas periodísticas, a espera de lo que digan los sondeos definitivos de su partido.
Ya ha habido candidaturas presidenciales de mujeres desde hace varios años en México, incluida la del partido gobernante en 2012, pero el posible enfrentamiento entre dos mujeres abanderando a los dos principales bloques políticos no tiene precedentes.
La elección de una mujer a la Presidencia de México sería un punto de quiebre no sólo en cuanto a liderazgo político se refiere, sino también en cuanto a las expectativas que dicho liderazgo femenino pudiera evocar entre la sociedad.
¿Hasta qué punto la ciudadanía esperaría, por ejemplo, que un gobierno liderado por una mujer fuera menos tolerante a la violencia, a la inseguridad o a la corrupción, o más abierto en temas de derechos laborales o de equidad de género, por mencionar algunos temas?
Como ya he señalado anteriormente en este espacio (Presidenta, 30 junio 2023), las actitudes de la sociedad mexicana hacia el liderazgo político femenino han cambiado de manera importante en los últimos años.
De acuerdo con los datos de la Encuesta Mundial de Valores en nuestro país, el porcentaje de mexicanos y mexicanas que dijo estar de acuerdo con la frase “En general, los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres” bajó de 40 por ciento, en 1996, a 24 por ciento, en 2018. Por el contrario, el porcentaje que se dijo en desacuerdo subió de 53 a 75 por ciento en ese mismo periodo.
Ese cambio de actitud es bastante significativo y claramente refleja la feminización de la política ante el avance de liderazgos femeninos en puestos de elección popular.
No obstante, todavía prevalece una nutrida actitud de rechazo: 24 por ciento cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres; se trata de una cuarta parte de la sociedad mexicana.
Las encuestas que hizo EL FINANCIERO en el mes de julio para dar seguimiento a las preferencias por quienes aspiran a la candidatura presidencial, tanto del Frente opositor como de la ‘4T’, documentan una diferencia notable entre el apoyo que obtienen las aspirantes mujeres y los aspirantes hombres.
En el campo de la ‘4T’, el apoyo a Claudia Sheinbaum se compone de 61 por ciento de mujeres y 39 por ciento de hombres; en contraste, quienes apoyan a Marcelo Ebrard son 59 por ciento de hombres y 41 por ciento de mujeres. Es evidente que hay una brecha de género.
Visto de otra manera, Sheinbaum saca una ventaja de 2 a 1 sobre Ebrard entre mujeres, y la contienda entre ellos está empatada entre los hombres.
(Como dato adicional, el resto de las corcholatas, todos hombres, tiene un mayor apoyo masculino, con la excepción de Manuel Velasco, quien capta, ligeramente, más apoyo entre mujeres que entre hombres).
Del lado del Frente opositor, las encuestas de julio todavía contemplaban a cuatro contendientes, incluidos Santiago Creel y Enrique de la Madrid, que ya no siguen en la contienda, pero el contraste es interesante: tanto Beatriz Paredes como Xóchitl Gálvez tenían en ese mes un mayor apoyo entre mujeres, mientras que Creel y De la Madrid destacaban entre los hombres. Evidente la brecha de género allí también.
Al quedar solamente Paredes y Gálvez, será interesante observar quién de ellas consolida el apoyo femenino y quién de ellas captará el mayor apoyo entre los hombres.
Hay que señalar que en una sociedad cuyas identidades no binarias son crecientes, las encuestas tienen como gran pendiente incorporar las diversas identidades de género como un factor político, así como otras posibles identidades que resulten políticamente relevantes.
Las dos aspirantes finalistas de oposición suelen vestir huipil tradicional, aunque, con base en su historial, parecen representar, de un lado, una postura de centro-izquierda, con una vida política partidista, y una postura de centro-derecha, emprendedora, con una actividad política desde la sociedad.