Perdiendo el norte

Adolfo González

EL SEXTANTE
A nivel interno y a largo plazo, el objetivo de Claudia debería ser cambiar una ciudadanía empobrecida y dependiente por otra que tuviera futuro en su propia Nación. Pero entonces no se le podrían echar las culpas al vecino.
13/01/2025

“Sé por experiencia que el gran arte mexicano es el autoengaño”, Rafael Pérez Gay.
 
Claudia Sheinbaum se dio ayer un baño de masas en el zócalo para compartir un informe sobre sus primeros cien días de gobierno. En principio no parecería mal, aunque vaya por delante que su retórica y sus parámetros difieren poco de su predecesor, lo cual ya en sí es desesperanzador. “Humanismo mexicano”, “Cuarta transformación”, fin de lo neoliberal. Los datos que exhibió, sus datos, los otros datos, los pueden consultar en los medios de hoy. Aquí se van a comentar datos de SABA Consultores, que siempre me resultan más fiables, por razones obvias de credibilidad. Por ejemplo, que un 64,2 % de los ciudadanos piensa que el gobierno de Claudia tiene en consideración las opiniones de la gente. Ojalá así fuera, pero me temo que el tono autocomplaciente que tuvo ayer la mandataria no se corresponde mucho con tal consideración, y sí con un intento de manipular esas opiniones. Al fin y al cabo, era un acto de propaganda, tampoco cabía esperar otra cosa.
 
No obstante, si de lo que se trataba era de generar el eco de que en México una inmensa mayoría vive feliz y contenta, en cierto modo no le faltó razón. Un 69,3 % considera que el país va por el camino correcto, lo cual, claro está, no quiere decir que haya llegado a la meta. Pero en cuanto al camino en sí también cabe hacer ciertas consideraciones. Según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), en sus previsiones para el año que comienza, la proyección de crecimiento de México es de las más bajas de América, por debajo, por ejemplo, de Ecuador y Bolivia. No parece para presumir. Sí lo hizo Claudia del alcance de sus programas sociales, y a fe que, ante esas perspectivas, harán cada vez más falta. Otra cosa es que la percepción de gran parte de los mexicanos consista en cierto conformismo con esa situación, una de las raíces, como sabemos hace tiempo, del gran capital político de la 4T.
 
Presumió también Claudia de un descenso de un 16 % en los homicidios, manejando, claro está, sus datos. Difiero en esta ocasión con la impresión del Dr. Borrego, que piensa que la mejoría de su popularidad guarda relación con ello. Creo que su popularidad es previa e independiente de esa situación, que por otra parte cabe poner muy en duda con un simple repaso a la nota roja de cualquier medio de comunicación. Nos dicen que se acabaron los abrazos, pero desde luego siguen los balazos, y a qué nivel. Otro informe, esta vez de la ACLED, organización especializada en el análisis y ubicación de conflictos, sitúa a México como el cuarto país más violento del mundo a nivel interno, sólo por detrás de Palestina, Myanmar y Siria. Creo que este hecho, terrible y turbador, se comenta por sí mismo.
 
Que la fuerza de la costumbre haya curado de espantos a los mexicanos en cuanto a inseguridad, es otra cuestión. Pero ya vimos aquí hace unas semanas que una mayoría notable no aprueba la política de seguridad pública de la nueva presidente. A duras penas llega a la mitad el número de los que piensan que se respeta el Estado de Derecho, y el de los que respaldan la reforma judicial. La primera es una cifra que no habla especialmente de confianza en las instituciones, y la segunda parece insuficiente para una reforma de ese calado. Por esos mismos guarismos anda un tema importante: un 52,4 % cree que se está manejando bien la relación con USA, en este momento tan delicado de la llegada de Trump al poder. Casi un 30 % no lo sabe o no contesta, lo que también es muy ilustrativo. De hecho esos porcentajes se hacen cortos porque lo natural es que el espíritu nacionalista respaldara con más amplitud a su gobierno en la relación con el vecino del norte, la más importante históricamente de cuantas debe manejar México, y sin duda, en muchos sentidos, la más traumática.
 
Trump amenaza, Claudia a ratos titubea y a ratos hace alardes un tanto extraños. Ante las baladronadas del neoyorquino, sólo se le ocurrió reivindicar un logro territorial del odiado virreinato, que el México independiente perdió en unas pocas décadas. Dice Claudia que los mexicanos migrantes son clave para la economía estadounidense, y así desde luego es. Pero también para la mexicana, y si no revisen la suma de las remesas, el ingreso de divisas más cuantioso, objeto por cierto de una de las intimidaciones arancelarias de Trump. El volumen de las remesas es un dudoso honor del que a veces, no entiendo por qué, presume el gobierno. Cuando en realidad es el barómetro de una incapacidad manifiesta de México para ofrecer a sus ciudadanos trabajo, futuro y una vida digna. En lugar de tanta demagogia, bien haría la administración de Sheinbaum en empezar, de una buena vez, a generar las condiciones necesarias para encauzar esa fuerza productiva. La de esos compatriotas, con frecuencia ignorados y abandonados, a los que, por ejemplo, se les niega el derecho al voto acerca de la reforma judicial. La vergüenza de una diáspora que para el gobierno mexicano sólo parece significar cifras, y en dólares. Paisanos, por cierto, atemorizados en sus visitas familiares de la pasada Navidad ante la creciente inseguridad de las carreteras de su patria.
 
Más vergonzosa aún es la utilización sentimentaloide de las deportaciones. La realidad es que disminuyeron durante el anterior mandato de Trump. Las cifras son tozudas, por más que sea necesario contextualizarlas. El problema de la inmigración es estructural y no está vinculado a ninguna administración concreta, sea demócrata o republicana. Lo demás es agitar espantajos, no perdamos, nunca mejor dicho, el norte. El objetivo de los amagos de Donald es, como negociante, obtener ventajas. De momento, para contentarlo, ya se decomisaron mercancías y se pusieron aranceles a las textiles, presionando a China. La asignatura pendiente sigue siendo la lucha contra el crimen organizado. Pero todos los embates, ultimadamente, tienen un fondo económico, y por tanto sitúan a Ebrard en un papel protagónico muy destacado, en colaboración con la Secretaría de Exteriores. Esa es la situación, sin muchas estridencias: una política internacional coherente debe ser sobre todo realista y no ubicarse al margen de la sustantividad geopolítica del momento. Mientras tanto, a nivel interno y a largo plazo, el objetivo debería ser cambiar una ciudadanía empobrecida y dependiente por otra que tuviera futuro en su propia Nación. Pero entonces no se le podrían echar las culpas al vecino.

adolcafe@yahoo.es
 



ADOLFO GONZÁLEZ reside en España, y es analista político especializado en la interpretación de la metodología de Saba Consultores de medición de la opinión pública. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

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