"No me interesa la política. Mi lealtad está siempre del lado del fuerte", Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver).
La gran novedad de los datos recabados por SABA Consultores el pasado día 2 es que, por primera vez desde hace año y medio, Claudia adquiere ventaja sobre Marcelo en la carrera de corcholatas en pos de la presidencia. Dijo el canciller, en aserto pretendidamente enigmático, que o hay encuesta o hay favorita. Le sobró precisión al utilizar el sufijo femenino, pues la única aspirante mujer es la actual jefa de gobierno de la Ciudad de México. El objeto del favoritismo estuvo, pues, bien definido. En cuanto al sujeto, Marcelo lo dejó en forma elíptica porque es un secreto a voces que Sheinbaum goza de los favores del presidente. Quizá por ello López Obrador pide que se acelere el proceso, ya que en ningún otro momento su preferencia ha coincidido como ahora con la predilección popular. Conviene, no obstante, que todos se midan, porque esta semana se ha dado una circunstancia excepcional. La alerta positiva que registra Adán Augusto en la interna guarda segura relación con su breve ejercicio de mandato interino durante la enfermedad de AMLO, que le ha otorgado un protagonismo, por ejemplo en las mañaneras, nada usual. Es posible que se haya producido un trasvase momentáneo de respaldos a favor del secretario de gobernación, procedentes de seguidores de Ebrard. Pero también es cierto que el desgaste del canciller se inició hace varias semanas, seguro fruto de una intensa actividad a favor, valga la redundancia, de la favorita, en el interior del partido. Promovida lógicamente por quien más desea que sea su sucesora.
De modo que lo prudente es esperar a que amaine la ola protagónica que ha favorecido a Adán para ver qué tanto se mantiene esa ventaja, aunque la tendencia, por ahora, es claramente divergente en contra de Marcelo. Durante mucho tiempo hemos visto que la composición de los respaldos de Ebrard ha contado con sectores que ya no forman parte de los apoyos habituales de Morena y Andrés Manuel, lo cual lo hacía, en principio, más competitivo de cara a la elección. El presidente ha obviado este dato, y ha sostenido su respaldo in pectore a Sheinbaum hasta conseguir que dentro del partido la ventaja sea para ella. Además, hay otro sector muy importante que sigue los deseos del gran jefe: el de ingresos entre 2400 y 5000 pesos, sin duda en gran parte integrado por los beneficiarios de apoyos sociales, la gran fortaleza de López Obrador. Quienes respaldan a este también se manifiestan a favor de Claudia. Conseguida esta configuración, y como señala muy acertadamente el doctor Salvador Borrego, AMLO se encuentra con el problema de que, al definirse la encuesta entre todos los ciudadanos, pierde la teórica ventaja que tendría si solo fuera entre los simpatizantes del partido. Quizá no confiaba en el éxito de su estrategia, quizá ha jugado, una vez más, a aprendiz de brujo.
Sin embargo, no termino de estar de acuerdo con el doctor Borrego en cuanto a la posibilidad política de Marcelo en la oposición. Lleva demasiado tiempo esperando su oportunidad en segundo plano como para una jugada tan arriesgada, que además lo haría blanco del látigo inmisericorde del presidente. Ponerse enfrente de Andrés Manuel, el activo más importante de Morena, se me hace demasiado intrépido. Quizá lo más relevante de todo, y lo que no ponderamos como merece, es que ante nuestros ojos se está produciendo la instalación en el poder de una nueva hegemonía. Nadie discute que el aspirante de Morena será presidente, como en los tiempos del tapadismo, y esa es la anacronía que regresa, ese es el Rubicón que está cruzando la 4T, sin que la “oposición” haga nada por evitarlo ni surja un liderazgo alternativo. Vamos a irnos preparando, por si vuelve a durar setenta u ochenta años.