La prueba del ganso

Adolfo González

EL SEXTANTE
Andrés Manuel replica con bastante exactitud las políticas que señalaba como reprobables en sus años de opositor. Está repitiendo corregidas y aumentadas muchas de las políticas del viejo PRI.
19/11/2021

"Basta de realidades: queremos promesas", Frase atribuida a algún momento de mayo del 68.
 
De nuevo los datos del monitoreo de SABA Consultores nos revelan un panorama idílico entre AMLO y sus seguidores. Serie por encima de la media en aprobación y calificaciones bajas, alerta positiva en este último apartado y en el "Top of mind" de candidatos a la presidencia. Todos los hipocentros correspondientes se integran gracias a los de menos estudios, menos ingresos, más edad, no usuarios de internet, y por supuesto quienes apoyan su gestión. Esta mejoría, que acontece desde hace poco más de un mes, se produce paralelamente a un incremento del número de quienes perciben apoyos sociales, que a su vez son más o menos esos mismos grupos. Por más que moleste a muchos, es de lo más lógico inferir que una cosa guarda relación con la otra.
 
Hay una prueba de razonamiento inductivo que se denomina "Prueba del pato". Viene a decir que, ante un conjunto de evidencias que conducen a una conclusión altamente probable, lo razonable es aceptar dicha conclusión. Enunciado de otro modo: si grazna como un pato, camina como un pato y se comporta como un pato, entonces, ¡probablemente es un pato! Para el caso que nos ocupa, si aumentan los apoyos sociales a determinados grupos durante un lapso también determinado de tiempo, y en ese mismo lapso repunta apreciablemente el respaldo y la aprobación a aquél que da esos apoyos, lo razonable es concluir que hay una relación clara entre causa y efecto.
 
Es curioso comprobar como Andrés Manuel, no solo en esta cuestión, replica con bastante exactitud las políticas que señalaba como reprobables en sus años de opositor. Es muy fácil de comprobar visitando la traicionera hemeroteca. AMLO vive obsesionado con algunas cosas, como marcar la agenda en todo y de todos, teledirigir su sucesión o señalar a los opositores como responsables de lo que suceda en la actualidad, por más que sea él quien está en el gobierno, y por más que sea evidente que está repitiendo corregidas y aumentadas muchas de las políticas del viejo PRI, que parece ser su alma mater en mucha más medida de lo que es la UNAM, contra la que manifiesta tanta aversión.
 
Pero olvida la necesidad imperiosa de reformas estructurales. La lucha contra la violencia, incluyendo hasta sus propios éxitos, como la reciente detención de Rosalinda, que queda enterrada entre los dimes y diretes del Presidente. Por supuesto que relega una mejora y un tratamiento racional de la política científica y tecnológica, incluyendo la relación con los propios científicos. Olvida la atención a la economía, con una inflación en pleno recrudecimiento, que a quien más perjudica es evidentemente a los más pobres. Reconoce el desabasto de medicamentos, pero lo plantea como algo ajeno a su responsabilidad. Y desde luego aún no ha reconfigurado exitosamente las fuerzas policiales, que son la clave para la lucha contra la violencia y el narcotráfico.
 
Mientras tanto, y este es otro serio problema, la oposición ni está ni se le espera. Hoy, hoy, hoy, se inicia la cumbre trilateral con Canadá y Estados Unidos, donde según le vaya a México también hay una cuota de responsabilidad para el canciller-aspirante a la presidencia. No hay muy buenas perspectivas, sobre todo ante las muchas presiones que Biden recibe para que le de serios toques de atención a Andrés Manuel. El Tri acaba de tener dos sonoros y preocupantes fracasos con los vecinos del norte, y no hay razones para pensar que le vaya a ir mejor a Andrés Manuel. Por muy ufano que quiera sentirse, y por más que quiera engañarse con sus buenos datos de aprobación, no son más que la respuesta a unas dádivas que cuestan mucho al erario público, y que mientras se hacen efectivas no van acompañadas de las necesarias reformas para que quienes las reciben ya no las necesiten más, sino que puedan valerse por sí mismos. Llamemos si quieren a esta prueba empírica "la prueba del ganso". Y revisen el viejo lema que antecede a este texto, casi una leyenda urbana con origen en el 68, para sacar conclusiones. Más promesas y menos realidades. Es triste, pero para muchos esta situación es una réplica de aquel dicho popular de dame pan y, si quieres, llámame tonto. Solo que la exigua ración de pan que ahora conforma a muchos se acabará, y cuando la pobreza entre otra vez de lleno por la puerta, el amor saltará raudo por la ventana.

adolcafe@yahoo.es



ADOLFO GONZÁLEZ reside en España, y es analista político especializado en la interpretación de la metodología de Saba Consultores de medición de la opinión pública. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

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