“Para quienes ambicionan el poder, no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio", Tácito.
Estamos a las puertas de la Navidad, y muchos de nosotros nos preparamos para unas fechas en las que, entre otras cosas, y quizá sobre todo, deseamos tener esperanza. Para nosotros y para nuestros semejantes. Este, que será el último comentario de este año sobre los datos que nos ofrece SABA Consultores, también se guiará por ese sentimiento, por más que los sucesos y la actualidad nos inviten quizá a lo contrario. Hoy los indicadores que interpretaremos tienen que ver sobre todo con la economía, pero también con la limpieza electoral y con las primeras calificaciones que Claudia Sheinbaum recibe a su aún incipiente labor. El maestro Charles Dickens, hace casi 180 años, en su “A Christmas Carol”, nos presentó magistralmente un modo de analizar el presente teniendo en cuenta el pasado, para así prever (y poder modificar) un futuro siempre incierto. Al pensar en ello, la analogía con las mediciones de SABA se me hizo tan sugestiva que no me he podido resistir.
Claudia recibiría, por tanto y en primer lugar, la visita del fantasma de las Navidades pasadas, que no sería un espectro sino muchos. Vería a los presidentes anteriores, muchos de ellos corruptos e impunes. Ahí adivino a Felipe Calderón o a Echeverría, pero al mando de todos ellos estaría el representante del pasado inmediato, que no es otro que AMLO. A él le debe su puesto, y también la percepción de un 60 % de los mexicanos de que hubo limpieza electoral en el último proceso. Llama la atención que ese porcentaje, con ser mayoritario, sea inferior al que Claudia obtuvo en los comicios, de donde se colige que incluso una parte de sus votantes no creen que el proceso fuera limpio del todo. Poco importa ya. Para quien quiera verla, la realidad clama hace tiempo que el apabullante triunfo se debió sobre todo a la dependencia creada por los programas sociales y a la inoperancia, e incluso anuencia, de la oposición.
El fantasma de AMLO, su alargada sombra, planea también sobre las calificaciones que obtiene la nueva mandataria con apenas dos meses de ejercicio: las calificaciones altas rozan el aviso favorable, y las bajas lo alcanzan plenamente, por lo cual el promedio asciende con claridad respecto al último dato de su predecesor. A la popularidad de este se lo debe, y por eso tiene una difícil disyuntiva: seguir por el camino marcado por López Obrador o iniciar uno propio. Puede que tenga planes de esto último, pero de momento su retórica es muy similar a la de su mentor: los adversarios, los privilegiados, y un cierto tono demagógico, al menos de puertas afuera. Sin embargo, la popularidad no es la única herencia que recibe. También, como veremos a continuación, una situación paradójica en la que la opinión pública la respalda a pesar de no estar del todo de acuerdo con su política o con la realidad que ésta genera. Y un país muy polarizado.
El fantasma de las Navidades presentes tiene un rostro amenazante. Si se le apareciera, Claudia vería que lo que más tienen en mente y lo que más inquieta a los ciudadanos es la inseguridad. Que la narcoguerra se extiende, y arde particularmente en Sinaloa, y que los asesinatos a diario alcanzan a todos, desde diputados federales a magistrados, pasando por supuesto por las fuerzas de orden público. Hace poco se ha publicado una encuesta (ésta no de SABA) en la que un 58,9 % de los mexicanos piensa que su ciudad no es segura, que es lo mismo que decir que dos tercios de la ciudadanía vive con miedo. En cuanto a la economía, ahora sí SABA nos informa de que las sensaciones no terminan de ser del todo buenas: son tantos los que opinan bien de la gestión de Claudia al respecto como los que lo hacen mal, y son más los que piensan que el uso del dinero público no se hace de un modo correcto. También esto son herencias de AMLO, y refuerza la paradoja antes mencionada. Porque, a título personal, y a pesar de no parecerles bien el manejo económico, un 45,9 % afirma estar mejor que hace seis años, y un 41,9 estar al menos igual. Esta percepción contradictoria nos habla de cierta resignación, y hace notorio que la economía en la que cree la 4T, aquella que prima las ayudas sociales por encima de la creación de posibilidades, no deja otra opción a muchos mexicanos.
En resumen, tanto el fantasma de las Navidades pasadas como el de las presentes tienen un feo rostro. Los largos años priístas institucionalizaron la corrupción, no la Revolución. El relevo panista trajo una violencia incontrolada, y en absoluto eliminó la deshonestidad. Claudia debería sentir pavor ante la aparición de esos espectros del pasado, aunque estén capitaneados por AMLO, a quien tanto le debe. No menos terrorífico es el fantasma presente, cuyo rostro es la violencia incontrolada y serios problemas en política exterior, que veremos en el próximo análisis. Pero el denominador común de cuantos fantasmas pasados y presentes sufre México desde hace décadas, quizá siglos, y hasta nuestros días, es la desmedida ansia de poder. En todas sus vertientes y formas, ésa ha sido la avaricia que, como a Mr. Scrooge, ha hecho enfermar a los sucesivos dirigentes y con ellos a México mismo.
Sin embargo, Dickens plantea en su novela un porvenir catastrófico, pero no ineludible. El fantasma de las Navidades futuras presenta a Scrooge su propia muerte después de una vida “malvada y tacaña”, un final que puede ser el de México si su clase política, de todas las orientaciones, sigue movida por un único propósito: la codicia por el poder. El viejo avaro de México, el ogro filantrópico estatal, ahora en manos de Sheinbaum, tiene la oportunidad de modificar el mañana. El protagonista del cuento de Dickens reflexionó. Claudia puede hacer uso de su inmenso capital social y político para romper amarras y cambiar de paradigma. Caminar hacia una generosidad colectiva que no se base en la limosna social y en la dependencia económica, sino en proporcionar instrumentos de prosperidad. Igual así millones de mexicanos no se verían abocados a dejar su tierra o a someterse a la voluntad del crimen organizado. Ojalá la primera mujer que preside un gobierno en México tenga esa sensibilidad y rompa con las ataduras del pasado. Sé que probablemente es mucho soñar, pero son tiempos de esperanza, viene la Navidad. Que todos ustedes la pasen muy feliz, y que el próximo año los colme de bendiciones.