“Un grupo humano se transforma en multitud manipulable cuando se vuelve sensible al carisma y no a la competencia, a la imagen y no a la idea, a la afirmación y no a la prueba, a la repetición y no a la argumentación, a la sugestión y no al razonamiento”, Jean-François Revel.
No hubo apenas cambios en la opinión pública esta semana, a pesar de que dos de los acontecimientos que captaron mayor atención entre los ciudadanos tienen un indudable tinte político. Según informa SABA Consultores, el primer debate y el asalto a la embajada encabezaron, junto a las habituales menciones a la violencia, el “Top of mind”. También estuvo el eclipse, supongo que en referencia al fenómeno astronómico, y no a las propuestas de los aspirantes durante el encuentro dialéctico. Entre las escasas novedades, la consolidación del desgaste de AMLO en el rubro de peores políticos. No parece nada demasiado grave, más allá de testimoniar el aumento de las antipatías generado por la campaña electoral, y en cambio las simpatías siguen siendo muchas y bastante sólidas. Las Cartas de Navegación Política nos indican que estas se concentran en los de menos estudios y menos ingresos, amén de los perceptores de apoyos sociales, es decir, prácticamente los mismos respaldos de Claudia, que camina a la sombra del liderazgo presidencial. Como también nos muestran las CNP, son los sectores con menos interés por la política, y por tanto más abstencionistas. Por eso pensar que una alta participación favorecería a Xóchitl es una quimera: sucedería lo contrario.
Aunque no repercutió en el “Top of mind”, durante la semana ocupó mucho espacio el asunto de las pedas, del hijo de Xóchitl y del pequeño de AMLO. La oposición pica todos los anzuelos, demostrando una vez más la capacidad de la 4T para marcar la agenda, incluso con pendejadas de primer orden. Al final, el presidente y Beatriz se mostraron comprensivos y benevolentes, completando una jugada redonda gracias a la torpeza del oponente. Xóchitl también entró, en días previos al debate, al trapo de los programas sociales, el terreno que quiere Claudia, porque consigue hablar de la principal fortaleza de la 4T, como ya hemos apuntado. Más grave fue el incidente de la embajada, que, sin entrar en análisis sobre derecho internacional, genera un extraordinario problema diplomático y geoestratégico a nivel de toda la región iberoamericana. Como cualquier hecho que apele al nacionalismo, debería favorecer al partido del gobierno, a AMLO, y por ende, a Claudia, pero en principio parece haber tenido efectos neutros. El debate, que hizo pasar página a la trepidante actualidad, tampoco trajo consecuencias. No parece raro, porque fue bastante insulso. Ni fu ni fa, como diría un castizo.
La determinación por un observador, siempre subjetiva, acerca de quién estuvo mejor, poco importa, pues igual o más subjetivas son las impresiones de los ciudadanos. Los cuales, obviamente, salvo caso excepcional, tenderán a sus preferencias previas. Así parece que ha sido. No obstante, a modo de somero análisis, pareciera que se está votando por el pasado y no por el futuro: Xóchitl perfila a Claudia en función del sexenio de AMLO y de su labor en Ciudad de México; Claudia, vinculando a Gálvez con el “PRIAN”. Lo que podrían ser propuestas de futuro fueron un florilegio de buenas intenciones, obviedades con las que nadie podría estar en desacuerdo: educación y sanidad universales, y un largo etcétera de buenismos, sin decir nunca cómo se harían posibles y sobre todo de dónde saldría la lana. Si la economía es la ciencia de los bienes escasos, y la política el arte de lo posible, los candidatos nos ilustraron con lo contrario. Intercambiaron unas sesenta acusaciones, dicen algunos medios de comunicación que sin contundencia. Yo lo que vi fue mal formato, bastante aburrimiento y poca altura política. En el segundo debate se tocará la inseguridad, pero abrigo pocas esperanzas de mejoría.
