“El libro del universo está escrito en el lenguaje de las matemáticas”, Galileo Galilei.
El mundo de la política, en las agitadas épocas electorales, se vuelve aún más ininteligible y ruidoso de lo habitual. Muchos dicen que nada es lo que parece, en alusión a los siempre presentes intereses ocultos. Lo que sucede es que, en ocasiones, incluso lo que parece es difícil de interpretar. Afortunadamente disponemos semanalmente de las mediciones que nos regala SABA Consultores, que consigue traducir a cifras y porcentajes, avances y retrocesos, todo ese maremágnum, dotando el aparente desorden de, al menos, un lenguaje: el matemático, que es el lenguaje del universo, como atinadamente afirmó Galileo. En este tiempo de desacreditación de las encuestas, de cuchareo y de propaganda, conviene de cuando en cuando poner también en valor el trabajo bien hecho. Las claves, por tanto, están ahí, se trata de saber interpretarlas. Si la clase política tuviera formación científica, o al menos asesoramiento adecuado en ese aspecto, otro gallo cantaría. El sueño de la razón, nos avisó Goya, produce monstruos, de qué sorprendernos en estos tiempos donde se exhibe la ignorancia, se desprecia la ciencia, y mandan más las vísceras que el intelecto.
Los datos de ayer nos presentan algo aparentemente poco razonable. La preocupación por la inseguridad alcanza valor récord y completa una serie por encima de su media. Pero el máximo mandatario de ese país con la violencia desbocada es premiado por esos mismos ciudadanos con una mejoría en su aprobación, un aumento de las calificaciones altas y un descenso de las bajas. En los tres casos advertencia positiva. El hecho de que quienes menos propiciaron el aumento de la inquietud son precisamente los sectores que más apoyan a AMLO podría explicar esa paradoja. Aún así, más del 60 % manifestó su desasosiego, lo cual obliga a concluir que un porcentaje respetable está intranquilo, pero al parecer contento. Mientras tanto, Claudia, es decir, la continuidad, se dispara en el “Top of mind”, con otro valor récord que implica un fuerte crecimiento de sus más acérrimos seguidores. También mejora hasta la alerta positiva la intención de voto por Morena, su marca comercial y la de AMLO. Se suscita la pregunta de por qué estos nuevos avances, y podríamos escapar a la respuesta como Newton sobre la gravedad: “Hypotheses non fingo” (“No hago hipótesis”). Simplemente sucede. Sin embargo, se puede barajar alguna bastante plausible. Acudamos primero, como orientación, al “Top of mind” de acontecimientos. Los conceptos en cabeza son la violencia en sus distintas expresiones (cuyos efectos ya hemos visto), los debates y el asalto a la embajada en Ecuador.
Seguramente fue decisivo este último incidente. Ya avisábamos la pasada semana de que toda exacerbación del nacionalismo favorece al gobernante, siendo además que ha copado la agenda mediática de manera preferente. La táctica del enemigo externo, que libra al individuo de la culpa endosándola a un tercero, no es nueva: el clero, la “mafia del poder”, las clases explotadoras, el pecado, el diablo, y un larguísimo etcétera. Andrés Manuel la usa con fruición. Carlos Malamud (investigador jefe del Instituto Elcano de Madrid y Doctor en Historia Contemporánea de América), justo hoy, en comunicación personal conmigo, nos aporta una explicación más al incidente diplomático: “un Noboa inexperto picó un anzuelo que a AMLO le ha venido, como tantas cosas, como anillo al dedo. La 4T es un ejemplo de nacionalpopulismo que, como tal, carece de toda carga ideológica sólida, su fondo político casi siempre es ambivalente, casi posibilista. Excitar lo patriótico es uno de sus mecanismos, porque supera lo racional y apela a lo irreflexivo.” Es como si le mentaran a uno la madre; nadie se detiene en motivos. Intentando homenajear a la razón, he citado hoy a Galileo, a Goya y a Newton. Invoquémosla una vez más y digamos con Kant “¡Sapere aude!”. Ya que tenemos a SABA, al menos, ¡atrévete a saber! Lo demás vendrá por añadidura.