Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
'Ustedes pueden tener opiniones personales al respecto, pero la opinión del partido es la del presidente, que soy yo' dijo en 1997 el hoy presidente de México a Macario Schettino revelando desde entonces al autoritario López Obrador.


Se “gentrificó”, es decir, subió el nivel socioeconómico de sus residentes, la plusvalía de sus inmuebles, el nivel de las rentas, pero perdió en el camino su esencia original.


En mi vida tuve varios "encuentros" con la Reina Isabel II que fueron moldeando mi opinión sobre la monarquía del Reino Unido.


A Trump y sus seguidores les llegó la hora de rendir cuentas y asumir en los tribunales las consecuencias de sus actos, como debe ser en una nación de leyes y estado de derecho.


Los simpatizantes obradoristas caen en una trampa de la lógica: creen que la legitimidad con la que ganó en las urnas en el 2018 da lugar, automáticamente, a la racionalidad en la conducción de su gobierno, nada más lejando a la realidad.


Acusar de “traición a la patria” a la oposición “conservadora”, como lo hizo Juárez y hoy lo hace López Obrador, es utilizar el lenguaje de la Historia Oficial y aceptar la narrativa escrita mañosamente por los vencedores.


La rendición de cuentas que ya llegó a Florida no tardará en llegar al lugar del retiro dorado de AMLO: su finca chiapaneca “La Chingada”.


En el campo de batalla de Ucrania la humanidad se juega su futuro, entre los que quieren desterrar para siempre las guerras y a los tiranos y los que que sólo se sienten protegidos con los autoritarios.


El Gobierno de López Obrador ya abandonó el espíritu del TMEC (el deseo común por la integración económica) y sólo mantiene la formalidad del Tratado.


La toma de decisiones sobre políticas públicas, bajo la Cuarta Transformación, llega a niveles absurdos y demenciales alejados por completo de la racionalidad científica y el estudio de datos y evidencias.


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