Una larga carretera recorre la distancia entre Mar-A-Lago y la finca “La Chingada” en Palenque, Chiapas: la carretera de la rendición de cuentas. No perdamos la esperanza: el que la hace la paga, tarde o temprano.
Agentes del FBI entraron a la residencia de Donald Trump con una orden de búsqueda avalada por un juez federal el 9 de agosto. Hay razones suficientes para los investigadores del Departamento de Justicia para creer que guardaba, indebidamente, documentos oficiales que se había traído de la Casa Blanca al terminar su mandato.
La importancia de este evento es elevada: por primera vez, un ex Presidente de Estados Unidos es registrado por mandato judicial en su domicilio por presuntas violaciones a la ley, en este caso la ley que regula la custodia y manejo de los archivos nacionales.
Al día siguiente, Trump acudió a declarar ante la Fiscal Letitia James, de Nueva York, como parte de una investigación civil sobre una posible distorsión deliberada del valor de las propiedades, acciones y valores del ex presidente, a lo largo de los años, para atraer de esa manera a socios e inversionistas.
Además, se investiga desde el Congreso al antiguo inquilino de la Casa Blanca por instigación a la insurrección del 6 de enero del 2021 y el asalto al Capitolio; también hay una investigación abierta por interferencia indebida en el proceso electoral en Georgia, en fin, suma un total de siete investigaciones abiertas en su contra, incluyendo una posible evasión de impuestos.
No sé por cuál de ellas (civil, criminal o electoral) podrá ser acusado y procesado, pero todo indica que a Trump le llegó la hora de responder por todos sus malos actos: no va a escapar a la rendición de cuentas, aunque estará dispuesto a llamar a una nueva insurrección para salvar su pellejo.
En México, nuestro propio coleccionista de probables delitos de variado tipo, Andrés Manuel López Obrador, al ver lo que le sucede a su amigo Trump, debería poner sus barbas a remojar.
Ese hilo de la rendición de cuentas (que hoy en México y en “la plenitud del pinche poder”, como diría un político mexicano, parece imposible de aplicar) que ya llegó a Florida no tardará en llegar al lugar del retiro dorado de AMLO: su finca chiapaneca “La Chingada”.
Cuando restan un poco más de dos años a su ciclo de gobierno, con un poder disminuido y una salud y mente deterioradas, no veo en el horizonte cómo va a evitar López Obrador una andanada judicial en su contra similar a la de su amigo gringo.
Lo que hoy parece inimaginable, no lo será tanto en dos años. Si de algo podemos estar seguros en la política mexicana es de aquella famosa frase que se hereda de sexenio en sexenio: los carniceros de hoy serán las reses de mañana.
Nada resulta tan atractivo para quien llega al poder, no importa si es del mismo partido del que se lo entrega, que acusar al gobernante anterior de todos los males del gobierno, de ser un corrupto e inepto y de haber dejado el país hecho un desastre, ¿le suena familiar el argumento? ¿En dónde lo ha escuchado antes?
Las decisiones irracionales tomadas por AMLO a lo largo del sexenio, empezando por ejemplo por la cancelación del aeropuerto en Texcoco cuando era Presidente electo, le han costado a México inmenso daño patrimonial y el errático manejo de la pandemia provocó a sus habitantes dolor, enfermedad y muerte.
Será más redituable para el próximo gobierno llamarlo a rendir cuentas, romper el tabú de investigar y encarcelar a ex presidentes (como lo están haciendo ahora en Estados Unidos), que defenderlo invocando una especie de ley no escrita que ampara a los ex mandatarios, no importa lo que hayan hecho.
Junto con él, su círculo inmediato de incondicionales que lo siguieron y se beneficiaron a su sombra (incluyendo a los altos mandos del Ejército y la Marina) serán llamados en los procesos judiciales y enfrentarán el dilema que tantos padecieron durante este mismo sexenio de justicia torcida: si testificas contra tu ex Mesías, te damos beneficios judiciales (el patético pero eficaz “criterio de oportunidad”).
Va a estar muy feo el 2024: los carniceros de hoy serán las reses de mañana. No falla.