Si ya escuchó usted por aquà y por allá la palabrita “Mexit†(referida a la salida de México del TMEC, “exit†es “salir†en inglés), tendrá motivos de sobra para preocuparse: ¿Cómo de que nuestro paÃs piensa abandonar el Tratado de Libre Comercio de México, Estados Unidos y Canadá? Nada más decirlo en voz alta es una locura.
La presentación de controversias comerciales de canadienses y estadounidenses por las polÃticas energéticas del Gobierno de López Obrador, en dÃas recientes, ha sido el disparo de salida de la especulación sobre qué busca realmente el Presidente López Obrador: ¿quiere ir en contra del libre comercio y las inversiones de sus socios comerciales?
Le daré mi punto de vista: El Gobierno de López Obrador ya abandonó el espÃritu del TMEC y sólo mantiene la formalidad del Tratado: un texto que es el marco institucional a la idea de la integración económica de América del Norte. Por “espÃritu†me refiero al deseo común por la integración económica que dio origen al TLCAN (predecesor del TMEC) en 1994.
El “Mexit†ya se dió desde hace tiempo, aunque probablemente nunca se materialice en un rompimiento formal, por lo menos eso espero fervientemente. Ocurrió cuando se empezó a hacer evidente el rumbo del pensamiento económico del actual gobierno hacia posiciones estatistas, soberanistas y derogatorias del comercio internacional y las inversiones.
No es posible ignorar, por ejemplo, al cambio climático como un fenómeno complejo que requiere trabajar en conjunto con los socios comerciales foráneos, mientras Pemex y CFE queman combustóleo y emiten carbono en exceso sin pensar que no habrá consecuencias a nivel internacional.
El último paso en la demarcación del abismo entre México y sus socios del norte lo dio el Senado de los Estados Unidos el 27 de julio al llegar los senadores demócratas a un acuerdo para un paquete de 369 mil millones de dólares denominado Ley de Reducción de la Inflación 2022, el cual a través de deducciones de impuestos, estÃmulos fiscales y créditos impulsará firmemente la transición energética de los Estados Unidos en la próxima década.
La propuesta, que tiene buenas posibilidades de ser aprobada, pone en evidencia que los Estados Unidos van en una dirección y México en otra en lo que a transición energética se refiere.
Le mencionaré algunos puntos clave de la propuesta demócrata:
1. Créditos fiscales para plantas de energÃa de carbón-cero.
2. Incentivos para vehÃculos eléctricos.
3. Ayudar a las personas a bajar costos de energÃa en sus hogares.
4. Invertir en manufactura con energÃas limpias.
5. Controlar al máximo el metano.
6. Invertir en comunidades de bajos ingresos.
7. Programas para cortar emisiones provenientes de la agricultura y el ganado.
La apuesta del Gobierno estadounidense está hecha y pondrán en ella 369 mil millones de dólares. Esos temas no se discuten siquiera en las esferas de gobierno en nuestro paÃs, no forman parte de sus prioridades: la inversión del gobierno mexicano se va a una gran refinerÃa y un tren turÃstico en el sureste mexicano.
Por otra parte, el anuncio el 27 de julio (el mismo dÃa del acuerdo climático logrado por los senadores demócratas) del Presidente López Obrador no dejó dudas: se avanzará un paso más en recortes a programas y presupuesto para llegar de la austeridad a la “pobreza franciscanaâ€, excepto en los costosos proyectos mencionados y otros más.
Le sugiero marcar ese dÃa como una fecha importante: si no hay afinidades en la visión de gobierno entre México y Estados Unidos, si no coinciden los gobernantes en los mismos objetivos, entonces, en los hechos ya no caminan juntos.
En términos de relación de pareja, los socios mexicanos y americanos están separados y sólo les faltarÃa firmar el divorcio para cerrar el “Mexitâ€. La separación es una realidad; la firma del divorcio es sólo una formalidad cuando ya no se comparte la misma ilusión.