Apenas lo vi en un estante de la librería Ghandi, compré un ejemplar del libro más reciente de Macario Schettino (“México en el precipicio. El fracaso económico de la 4T”. México: Ediciones Culturales Paidós, 2022), en donde el autor desarrolla un análisis sucinto no sólo de los resultados económicos negativos del Gobierno de López Obrador, sino que aporta un testimonio personal de su añeja relación con Andrés Manuel.
Para los fines de esta columna, me detendré en el capítulo inicial titulado “Esbozo de AMLO” y dejaré para después el balance y las perspectivas sombrías que mueven a Schettino a decir, con sólidos argumentos, que México va al precipicio en la forma de una crisis fiscal.
A Macario tuve oportunidad de entrevistarlo para Grupo Reforma, hace años, durante una visita suya a Monterrey con motivo de la publicación de su libro “Propuestas para elegir un futuro” (1999). Nuestra conversación fue larga e intensa, pues yo había leído a fondo su libro.
De esa ocasión me quedó la impresión de que es un analista preparado, con fuerte personalidad y opiniones. Lo sigo leyendo desde entonces en sus columnas y escritos posteriores. No siempre concuerdo con sus juicios, pero sigo admirando esa solidez en el manejo de argumentos y razones que lo caracteriza, el sustento en datos, además de su valentía para aguantar el acoso mediático del actual régimen.
La relación Schettino-AMLO data de la época en que Cuauhtémoc Cárdenas preparaba la campaña electoral que lo llevaría a ganar la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal en 1997. En agosto de 1996, Andrés Manuel había asumido la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y buscaba un asesor económico que le preparara una propuesta de “modelo económico alternativo” que sirviera de plataforma al PRD en la negociación con el Presidente Zedillo.
Cárdenas juntó a Macario y Andrés Manuel en un desayuno para que se conocieran. Ese mismo día, después de una reunión entre el Presidente Zedillo y AMLO, éste le confirmó por teléfono a Macario que se pusiera a trabajar sobre la elaboración del modelo y que lo reuniría con otros economistas del partido.
“Llegué con mi laptop”, narra Macario sobre esa reunión, “(entonces una herramienta poco común), en la que podría analizar escenarios fiscales para diferentes opciones de política, algo que no era muy cercano a las discusiones tradicionales sobre estos temas en la izquierda. Algunas sesiones después invité a un amigo cercano, destacado economista, quien me acompañó durante todo este proceso”.
El “amigo cercano” que menciona Schettino era nada menos que Carlos Urzúa, quien posteriormente sería colaborador directo de López Obrador en la Jefatura del Distrito Federal y en la Presidencia de la República.
“Una tarde, cuando las discusiones parecían empantanadas”, agrega Macario, “López Obrador nos reunió y declaró: ‘El presidente del PRD soy yo, y el modelo económico es el que propone Macario. Ustedes pueden tener opiniones personales al respecto, pero la opinión del partido es la del presidente, que soy yo’. Quedé muy sorprendido por esa declaración: me pareció muy autoritaria y pensé que, si bien en ese momento su actitud me resultaba favorable, sería igual de sencillo que en otra ocasión cayese del lado contrario. Sin embargo, ya estábamos a la mitad del proceso electoral de 1997 y no era momento de retirarse, de forma que seguí colaborando con López Obrador el resto del año”.
Schettino y Urzúa firmaron, en calidad de asesores económicos, el “Programa para el desarrollo económico con justicia social 1998-2000”. Al triunfar Cárdenas en la elección, Macario se incorporó al Gobierno de Cárdenas como coordinador general de Planeación y Desarrollo, por lo cual dio por concluida su asesoría al PRD y a López Obrador.
Hubo otra ocasión posterior, la última, en donde se reencontraron AMLO y Macario:
“Ya en 1999 López Obrador me invitó a un café en el Sanborns de San Ángel, que ya no existe. Esa noche me comentó que estaba pensando en participar como candidato para la Jefatura de Gobierno del año 2000 y quería saber mi opinión. Le comenté que me parecía que no cumplía con el requisito de residencia: además, le recordé que él había afirmado ser un líder social, y que al terminar su periodo en la presidencia del PRD se regresaría a Tabasco. Cerré la plática diciendo: ‘regrésate a Tabasco, Andrés’”.
Por supuesto, Andrés Manuel no le hizo caso a Macario, ni a nadie más, y ya sabemos la historia posterior.
Concluyo con las palabras de Macario: “Espero que estas viñetas permitan entender mejor al personaje. Como anécdota personal, me he referido a un líder autoritario, con el que trabajé unos meses, pero del que me alejé en cuanto pude. Aunque me invitó a seguir colaborando con él… preferí no hacerlo porque su visión de las finanzas públicas como herramienta electoral me parecía, y me sigue pareciendo, inmoral”.
Buenas viñetas, Macario, gracias por compartirlas.