Después de nueve meses de confinamiento por el Covid-19, ya empiezan a manifestarse el agotamiento de todos. La ciudad se ve triste, los comercios -los pocos que están abiertos- lucen semivacÃos-, algunos dirán que es por la cuesta de enero, pero años anteriores la gente hacia shopping windows, es decir salÃan a ver los escaparates de las tiendas, aunque no compraran nada, ahora todo luce desolado.
Atrás quedó la novedad- y el estrés- por tomar clases en lÃnea, hacer juntas vÃa zoom, hacer el súper desde el celular y ver las series en Netflix o cualquier otra plataforma de streaming. Tristemente comprobamos que las fiestas de cumpleaños y las posadas virtuales, no son tan divertidas como las presenciales.
Hoy todo es diferente, la gente está cansada del encierro y de ver mermada su economÃa. Los abuelos extrañan a sus nietos, los que hacen home office extrañan ir a sus oficinas, los que viven acompañados quieren estar solos y los que están solos quieren salir y tener un poco de compañÃa, aunque sean los extraños de las tiendas departamentales... todo esto es como si fuera una carrera para ver quién resiste más.
Cada quién tiene sus propios problemas, y los ajenos casi no se sienten y menos importan, el problema que duele es el propio, el que se padece. Muchos negocios tuvieron que cerrar y cientos de personas se han quedado sin empleo o se tuvieron que conformar con solo recibir la mitad de su sueldo; no todas las comunidades tienen servicio de internet y si lo tienen, no todas las familias pueden costearlo.
Con las nuevas restricciones en Nuevo León, los pesimistas dicen que las cosas se pondrán peor, los optimistas confiamos en que la vacuna acelere la inmunidad colectiva, y que los nuevos hábitos de salud e higiene que hemos estado desarrollando en los últimos meses se queden para siempre entre nosotros.
Sin embargo, lo cierto es cada quien ve el confinamiento y las restricciones desde su propia perspectiva, desde su propio sistema de creencias, sus experiencias y sus miedos. Los que pueden comprar en lÃnea se preguntan ¿por qué la gente se amontona en las tiendas, pudiendo comprar desde internet?. Incluso hay quienes se atreven a llamar animales, a todas aquellas personas que tuvieron la osadÃa de comprar o vender en el cruce más famoso de Monterrey- Colegio Civil y 5 de Mayo- cuando sólo ellos saben porque están o estuvieron en ese lugar. Me tocó escuchar a una señora que al bajarse del camión dijo una oración, que a mà me pareció muy profunda. "A la chin... Dios tiene un plan", se persigno y empezó a caminar. Eso es tener fe.
Dicen, los que dicen que saben, que las guerras y las crisis sacan lo mejor o lo peor de las personas, esperemos que esta pandemia saque lo mejor de las personas y que cada uno haga lo que le corresponde hacer, sin etiquetar o menospreciar la situación de las otras personas.
Si nos piden que solo una persona entre al comercio, por favor, respetémoslo. Ya vendrán tempos mejores y podemos ir con el marido o con la comadre a hacer el súper. Si nos piden usar el cubrebocas hagámoslo y procuremos que éste esté limpio y bien acomodado. Ayudemos a la gente más vulnerable, que tienen que ir por su medicamento y sus alimentos ellos solos.
Y por favor, dejemos de compartir información tendenciosa, maliciosa y sin verificar en grupos de whatsapp o en nuestras redes sociales, respetemos las restricciones. Mi abuela decÃa, tienes de dos sopas, o enfrentas los problemas con buena actitud y disciplina, para que puedas construir y solucionar o los enfrentas con mala actitud y te abandonas a la desdicha y con eso solo lograrás complicar más la situación y destruirte.
Unidos venceremos, siempre y cuando todos colaboremos con las restricciones.
Si uno está bien, todo lo demás viene detrás.
Todos los comentarios son bienvenidos a valencia@gmail.com