Tanto entusiasmo desbordado he visto en México por la victoria de Javier Milei en la elección presidencial argentina, como repudio intenso a su personalidad explosiva y sus propuestas extremas.
Los matices han aparecido de inmediato: su fuerza política en el Congreso argentino es mínima, la desaparición del Banco Central es imposible en la realidad, la deuda del gobierno con el FMI es de 44 mil millones de dólares, su discurso de odio empieza a moderarse, etcétera.
Ninguno de esos matices borra, sin embargo, el hecho de que Milei tiene severos problemas de control emocional que lo imposibilitan para gobernar de manera ecuánime en su persona, es decir, de gobernar para todos, apegado a la ley y, sobre todo, poniendo el interés superior de Argentina por encima del suyo propio.
Dicho lo anterior, agrego otras reflexiones que Milei me suscita:
1. En su favor, es un personaje político con un discurso público claro, sencillo y entendible para la gente de la calle. Aunque lo que dice lo hace distorsionando ideas, simplificando argumentos y hablando en conceptos simples y frases cortas: atacar "la casta" que domina Argentina"; sacar del poder "a los zurdos de mierda", o la de que el Papa Francisco "es un imbécil" por promover la justicia social.
2. El analista chileno Patricio Navia (Universidad Diego Portales en Santiago, Chile) escribió, a propósito del triunfo de Milei y las lecciones para Chile de su meteórico ascenso, lo siguiente: "Sobre todo, Milei decía lo que pensaba, aunque eso fuera impopular e incluso, a veces, ofensivo. Milei fue construyendo apoyo porque la gente creía que él les decía la verdad. Aunque su estilo fuera muchas veces exagerado y demasiado agresivo, su defensa acérrima de un modelo de economía y sociedad libres, aunque a veces excesivamente simplificado e incluso caricaturizado, terminó por hacerle sentido a la gente".
3. Concluye Navia que "en Chile, la derecha no ha sido capaz de articular su mensaje de la libertad como oposición a aumentar el tamaño del Estado", misma conclusión que se puede inferir para la oposición mexicana al discurso populista del presidente López Obrador ("Las lecciones de la victoria de Milei para la derecha chilena", El Líbero, 20/11/2023).
4. A diferencia de la victoria de López Obrador en 2018, en la cual consiguió el control de la mayoría en el Congreso federal, Milei ganó la elección presidencial, pero no la legislativa ni tiene apoyo de los gobernadores de las provincias argentinas más importantes. Ahí empiezan sus limitaciones.
5. Por su parte, el columnista mexicano Sergio Sarmiento menciona algo a considerar desde México: "lo que le molesta a López Obrador "es que la victoria de Milei es consecuencia del enorme fracaso de las políticas populistas del peronismo, y no de ahora, sino de muchas décadas".
6. Concluye Sarmiento que López Obrador "sabe que las políticas que él está aplicando son muy similares a las que quebraron a Argentina" ("Fracaso populista", El Norte, 24/11/2023).
7. Como estrategia electoral, recibir en nuestro país con "¡vivas!" la derrota del peronismo y el triunfo de Milei en Argentina, como lo han hecho varios mexicanos bienintencionados, como una ruta para derrotar al morenismo (un hijo ideológico del peronismo), es una vía que corre el riesgo de, como decían los médicos antes, el remedio resulte peor que le enfermedad.
8. ¿Replicar a un Milei en México para arrasar con Morena y López Obrador en 2024? ¿Hacerlo a cualquier costo? ¿Buscar a un equivalente a Gerardo Fernández Noroña (gemelo político de Milei) como candidato de oposición o forzar a Xóchitl Gálvez a mimetizarse en una versión femenina del argentino? Dejo las preguntas abiertas.
Siendo un maestro de la estrategia y la táctica, del famoso "un paso atrás, dos pasos adelante" (la táctica del Partido Bolchevique para ganar el poder en 1917), ni el propio Vladimir Lenin hubiera consentido en apoyar a un candidato del perfil emocional de Javier Milei con tal de ganar una elección.
Siempre hay un día después. ¿Cuál será el de Javier Milei?