Primer encuentro:
Mi hermano mayor, Roberto, trajo a casa el flamante álbum de Los Beatles, recién desempacado de la tienda. En lo que él ponÃa el vinilo en la consola, yo andaba por ahà de pegote de mi brother el mayor, asà me fui enterando de las canciones nuevas que venÃan en Abbey Road (1969). Sensacional para un niño de nueve años. La sorpresa vino al final: después de una pausa, Paul empieza a cantar “Her majesty is a pretty nice girl… (Su Majestad es una chica muy linda) but she dosn’t have a lot to say†(pero no tiene mucho qué decirâ€). Fascinante. ¿Quién es la Reina de Inglaterra?, me preguntaba. Afortunadamente, uno de los tomos azules de la Enciclopedia Británica que mis papás habÃan comprado en abonos me sacó de la duda.
Segundo encuentro:
Ya casi veinteañero, estudiando yo Relaciones Internacionales en el Distrito Federal, recuerdo una viva conversación en la cafeterÃa de la escuela, entre varios de mis compañeros, sobre alguna noticia del dÃa de la Reina Isabel y la monarquÃa inglesa, a fines de los años setentas. Me recuerdo como un intenso antimonarquista, consideraba a reyes, reinas y princesas una reliquia del pasado europeo, cómo era posible que siguieran existiendo si eran unos parásitos, en fin, todo lo que un joven izquierdista podrÃa decir de Doña Isabel. Ah, pero me seguÃa gustando la canción “Her Majestyâ€, la tarareaba con sorna e irreverencia hacia Su Majestad.
Tercer encuentro:
Cuando estalla la Guerra de las Malvinas, allá por abril de 1982, a pesar de sentirme latinoamericano hasta las cachas, yo le di mi preferencia a la Gran Bretaña. La junta de militares asesinos que gobernaba Argentina, en ese entonces, en particular la imagen del General Videla, me parecÃan repulsivas. Ya nos habÃan engañado esos milicos organizando el Mundial de 1978 y diluyendo en el futbol la cara oscura de la dictadura militar (Argentina ganó el torneo). En un mensaje, la Reina Isabel explicó a los británicos y al mundo entero las razones de la partida de la flota de guerra inglesa en defensa de las Malvinas, ocupadas ya por tropas argentinas. Hubo combates fieros y con elevadas bajas entre los valientes soldados argentinos y los audaces británicos, cada quien luchando por su causa, pero al final la derrota argentina fue la de su junta militar de gobierno, no la de su pueblo. Los militares argentinos pagaron un alto precio por ir a la guerra de manera tan irresponsable y absurda. Resta decir las antipatÃas que me gané entre amigos que apoyaban incondicionalmente a Argentina (por ser un paÃs latinoamericano) en esta guerra sin reparar o saber que los gobernaba una junta militar con las manos completamente manchadas de sangre, pero de sangre de los argentinos.
Cuarto encuentro:
Ya treintañero y más enterado de los resortes humanos que mueven a la geopolÃtica mundial, de la importancia de los liderazgos y de las figuras de Estado que se colocan por encima de la polÃtica traicionera del dÃa a dÃa, veÃa a la Reina Isabel de manera mucho más equilibrada y habÃa reconsiderado mi visión juvenil de antimonarquÃa a una aceptación de su importancia en el caso del Reino Unido. En eso, se viene toda la saga de la Princesa Diana, su matrimonio principesco con Carlos (el actual Rey de Inglaterra), los desdenes de la Reina y la familia real hacia la Princesa del Pueblo, en fin, la historia que todos ustedes conocen y que tuvo el final trágico de la muerte de Diana en ParÃs una noche de agosto de 1997. En la redacción de noticias de Radio Nuevo León, en donde laboraba en ese entonces, nos volvÃamos locos con la avalancha de noticias, el inexplicable silencio de la Reina Isabel durante varios dÃas y la tristeza por la muerte de Diana cuando tenÃa una vida por delante. Ahora, es Camila, la manzana de la discordia entre Carlos y Diana, la nueva Reina de los ingleses.
Quinto y último encuentro:
Será por mi arribo a la sexta década de edad y que con los años uno se hace más sensible, me pareció encantador el mensaje de Navidad de la Reina Isabel de diciembre del 2021, el último que le veremos (“la Navidad puede ser difÃcil para aquellos que han perdido a un ser amado; este año en particular yo entiendo el porquéâ€, en referencia a la muerte de su esposo, el PrÃncipe Felipe). Con su edad a cuestas y su elevada dignidad, llevando en sus hombros durante 70 años la pesada, pesadÃsima carga de su reinado, con esa serenidad que dan los años, la Reina habló como una Abuela a sus hijos y nietos (“la abuela de la naciónâ€, dice Mick Jagger) ansiosos de encontrar un faro en medio de la tormenta, una voz que no fuera de fiereza ni de odio, un motivo para celebrar en Nochebuena. “La vida, al final, consiste de primeros encuentros y partidas finalesâ€, es decir, la vida sigue, en especial la de toda la nación británica, agregó. Me quedo con su imagen y las palabras de su último mensaje navideño en el recuerdo.
Qué largo mi viaje desde niño con la Reina Isabel, lleno de encuentros y desencuentros. Me va a costar mucho trabajo acostumbrarme a que en el mundo de hoy nos faltará una Reina que nos serene. Por algo el irreverente de Paul, perdón, Sir Paul, le cantó: “Le voy a decir que la quiero mucho, pero necesito llenarme la panza con vino… algún dÃa será mÃa, oh yeah.â€
Dios salve a esta Reina.