Al dar a conocer la Oficina del Censo los avances de la información del conteo de población en USA levantado en 2020, me llamó poderosamente la atención la baja en las tasas de fertilidad de las mujeres estadounidenses: están teniendo menos hijos que antes, lo cual conducirÃa en el futuro a un “envejecimiento†de la población.
Si esa tendencia se mantiene y no es compensada adecuadamente por la llegada de más inmigrantes, Estados Unidos se empezarÃa a parecer a las poblaciones de algunos paÃses europeos: veremos más adultos y viejos (“old timersâ€), menos jóvenes y, en especial, una menor fuerza laboral joven que tendrá que hacerse cargo de más personas en retiro.
En la última década, la población de Estados Unidos creció 7.4%, lo cual es el menor incremento poblacional desde los 1930s debido a la caÃda en la tasa de fertilidad, es decir, el número de niños que una mujer en edad de concebir tiene, en una proporción que es 50% menor que en la década de los 1960s.
Si bien Estados Unidos mantiene una tasa de nacimientos mayor que las de Japón y Alemania, se ubica ahora por debajo de Irlanda y Francia, ésta última considerada la nación “vieja†por excelencia en Europa. Por ejemplo, hay en el presente más estadounidenses de 80 años o más que niños de 2 años o menos.
Hay una relación directa entre tener menos hijos y encontrar más oportunidades de trabajo y avance profesional para las mujeres, pero, por otra parte, muchas mujeres americanas quieren más hijos de los que pueden tener. Se frenan por el costo de la vida, la absorción del trabajo y la escasa ayuda que en Estados Unidos siguen recibiendo de sus parejas hombres en la crianza de los hijos.
Si agregamos a eso lo que Michelle Goldberg (columnista del New York Times) dice sobre que en Estados Unidos persiste, a diferencia de paÃses europeos como Suecia o Alemania, la estigmatización sobre las mujeres que trabajan y dedican menos tiempo a los hijos, se entiende que esos factores pesen en las decisiones de tener menos hijos (“¿Quieres más hijos? Necesitas menos Patriarcadoâ€, dice una suya columna de 2018 en el NYT).
El problema con esta tendencia es que sin un crecimiento poblacional sostenido ni suficientes brazos y mentes jóvenes y llenas de energÃa y dinamismo, será imposible para Estados Unidos tener la base del crecimiento económico que le permita competir contra China en ese terreno y mantener su liderazgo económico y tecnológico a nivel mundial.
Algunos analistas empiezan a ver este tema como una amenaza a la seguridad nacional norteamericana: si la población no crece, ¿cómo va a crecer la economÃa?, ¿cómo vamos a competir con China?
Aquà es donde entra en escena la inmigración. Por ejemplo, Matthew Yglesias (autor de “One Billion Americansâ€) sostiene que “America debe aspirar a ser la nación más grande del mundoâ€, y argumenta que se debe incrementar rápidamente la inmmigración legal para impulsar la producción económica.
El vÃnculo entre inmigración y desarrollo económico es indisoluble y ha estado presente en la construcción de los Estados Unidos como nación. Me parece que ese vÃnculo, si se abre y se maneja de manera adecuada a partir de la Administración Biden, será la fórmula que permita a este paÃs (hoy con 331 millones de habitantes) enfrentar la competencia con China Popular (cuya población es de más 1 mil 300 millones de personas).
La tasa de nacimientos fue de 60.2 por cada mil habitantes en 2017, un récord histórico a la baja. Si nacen menos niños en cada hogar y la población no se renueva con inmigrantes legales, para 2050 el rostro de la población estadounidense será como lo que los demógrafos llaman una pirámide invertida: más gruesa en la punta (mayor edad) y más delgada en la base (menor edad).
Sin inmigrantes, nos dice el censo de población de 2020, Estados Unidos no podrá ser “Number One†mundial en el siglo 21.