‘Big Peje’: 2+2=5 

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
Con la reforma al Poder Judicial se consolidan el Poder Ejecutivo supremo y Morena como el partido político hegemónico, pero a un costo político interno y externo inconmensurable que no podrán pagar.
13/09/2024

En la ruta a la captura del Poder Judicial y los organismos autónomos, el presidente López Obrador utilizó desde el inicio de su gobierno al Poder Legislativo como instrumento de apoyo incondicional para sus fines políticos: buscaba conquistar al Poder Judicial y obtuvo de bono extra al Legislativo; de paso, su hijo Andrés quedó enfilado a la candidatura presidencial para el año 2030. 

Lo que vimos la noche del 10 de septiembre en el Senado de la República, al aprobarse a toda prisa el paquete de reformas al Poder Judicial enviado por el presidente, no fue tanto la traición de dos o tres senadores (cuyas reputaciones quedarán pulverizadas para el resto de sus vidas), sino una victoria pírrica: se consolidan el Poder Ejecutivo supremo y Morena como el partido político hegemónico, pero a un costo político interno y externo inconmensurable que no podrán pagar. 

Lo que ha sido parte de una larga tradición en la política mexicana se consumó en plenas Fiestas Patrias: la sustitución de una élite por otra en el gobierno nacional al final del sexenio. No importa la orientación ideológica ni usar motes como “neoliberales” o “progresistas”; lo verdaderamente relevante es la concentración del poder en torno al nuevo grupo dominante. 

Un cambio de élites, ni más ni menos. Como tal, la nueva élite gobernante es compacta en su formación y excluyente en su operación política, pues no negocia ni dialoga con los actores políticos, solamente impone sus decisiones al resto de la nación. 

¿Cómo se pasa del “activismo social” a “élite gobernante” y luego a “mafia del poder”? Es en el camino a la cúspide del poder en donde las convicciones ideológicas y los ideales revolucionarios con que cada élite arranca su marcha se van transformando, a veces imperceptiblemente, en la única convicción para todos sus miembros: manejar el poder por el poder mismo. 

Cualquier recurso a actividades ilegales y financiamientos ilícitos se justifica como contribución a la causa de la justicia social. 

Cualquier alianza con grupos políticos y personajes influyentes de la vida pública, aunque sean corruptos y deshonestos, se justifica como algo temporal (táctica y estrategia, como diría Lenin) en tanto se llega al poder y, una vez ahí, se purifica a sí mismo el movimiento social. 

Los apoyos en dinero o en especie provenientes del crimen organizado son racionalizados como tácticas políticas temporales, breves pausas en las convicciones propias que se cerrarán una vez obtenido el poder. 

Cualquier forma violenta, gansteril e ilícita de presión, extorsión o manipulación política en contra de políticos, legisladores y partidos de oposición, como la vista en torno a los senadores en la Noche Triste del 10 de septiembre, queda justificada si es “revolucionaria” y persigue altos ideales progresistas. 

En fin, como expresó el escritor inglés George Orwell en su novela “1984”, si el “Big Brother” (en este caso, “Big Peje”), dice que 2+2=5, entonces son 5, tal como señala la aritmética orwelliana de Fernández Noroña, nada menos que el flamante presidente del Senado de la República Mexicana. 

La traición política en su forma extrema no es de una persona hacia un ideal o causa política, sino hacia uno mismo: cuando empiezo como un revolucionario y termino como el “mafioso del poder”. 

Por algo la expresión “mafia del poder” utilizada desde hace décadas por el opositor Andrés Manuel López Obrador, cuando era un activista social, sirve ahora para describirlo a él y a su movimiento: no son sólo una nueva élite, sino la “nueva mafia del poder” considerando el sucio manejo político que han mostrado. 

A la corrupción de los ideales durante la larga marcha hacia la captura del poder, no puede corresponder otra cosa que la corrupción prosaica y material (bolsas y maletas llenas de dinero, por ejemplo) de quienes gobiernan hoy al país y se dan, quién lo diría, una vida elitista. 

¿Qué es México en 2024? ¿Qué será en 2030? Nuestro país será lo que la “nueva mafia del poder” haga de él si el resto de la nación dobla los brazos y lo permite. 

El primer sexenio morenista dejó muchas promesas incumplidas y una nación dividida y enfrentada socialmente por una polarización deliberada promovida por el presidente López Obrador. 

Los saldos económicos, políticos, sociales, educativos, culturales, científicos y ecológicos son negativos o, en el mejor de los casos, mediocres e inferiores a lo que ya había. 

¿Podemos los mexicanos esperar resultados distintos con los mismos gobernantes y la promesa explícita de la “continuidad” de las políticas de gobierno? ¿Cabe aspirar a algo diferente con la misma élite política/ mafia del poder al mando? 

El chiste se cuenta solo. 

¿Qué sigue? Reconstruir a partir de hoy a la oposición en México. Aprendamos los ciudadanos de los errores cometidos.

Rogelio.rios60@gmail.com



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.  Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

Más artículos del autor

Contenido reciente