En distintas ocasiones he insistido en que a los partidos como el PAN y el PRI en Nuevo León de cierta forma ya les es indiferente ganar la gubernatura, debido a que han consolidado cotos de poder que, al final de cuentas, son los que importan para los grupos dominantes de esos institutos políticos.
Gobernadores como Jaime Rodríguez, que llegó sin un partido que lo respaldara en el Congreso local, y Samuel García, que sí tiene un partido pero que en el Congreso es minoritario, al final de cuentas acaban por doblegarse ante el poder legislativo estatal, que en la defensa de los intereses de sus líderes, presionan para que prevalezcan precisamente esos intereses.
El caso más actual es el que estamos viviendo en estos momentos en Nuevo León, la pugna entre Samuel y el Congreso es un encontronazo entre quien fue electo como gobernador y quienes fueron electos para conformar el poder legislativo.
El problema para los simples mortales que vemos desde nuestras casas estos encuentros, consiste en que, por dedicar sus esfuerzos a definir quién tiene más poder, no se solucionan los problemas de fondo.
No dudemos que el próximo año, en caso de que se presente un invierno seco y un trasvase cantado del agua del Cuchillo a Tamaulipas, volvamos a tener una crisis de agua, aún y cuando los diputados digan que autorizaron recursos para tinacos, pipas y la presa Libertad, lo cual está muy bien, pero parece que no entienden que lo que no hay es agua. Contenedores puede haber, pero agua es lo que falta.
También podemos estar seguros de que el problema del transporte no se solucionará de la noche a la mañana, entre otras cosas porque a los diputados no les interesa resolver este tema, nunca utilizan el servicio de transporte público, como tampoco lo hacen los miembros del poder ejecutivo. ¿Habrá alguno de ellos intentado subir a un camión o al Metro en horas pico?
A los diputados, y a quienes los mandan, les interesa restar facultades al ejecutivo para asumirlas por su cuenta, desde nombrar a los miembros del gabinete, hasta manejar los servicios de Agua y Drenaje.
Desde hace varios sexenios el PAN entendió que le era más rentable no tener un gobernador de su partido, precisamente porque ese personaje, quien fuera, iba a querer ser considerado el “líder” del mismo, con lo que los cacicazgos existentes se verían en riesgo.
En el PRI lo están aprendiendo un poco después porque durante por lo menos tres sexenios un solo grupo tuvo el poder, y ahora lo quiere mantener.
Por lo que respecta a Samuel, es claro que está pagando la novatada de su partido, el cual no se preocupó más que por ganar la gubernatura, sin atender al Congreso local. Ahora, desde el poder quiere hacer los ajustes necesarios. A ver si puede. ¡Ah! Y no debe olvidar que aunque parezca lejano, ya está a la vuelta de la esquina 2024.
Por cierto, parece que el papel que se ha asignado a los ciudadanos consiste, simplemente en ir a votar, para validar lo que los partidos alcanzan con sus despliegues corporativistas el día de la elección, después de ello, el papel de espectadores.