Las de 2021 serán las elecciones más grandes de la historia, dicen debido al número de puestos que estarán en juego, pero considero que no serán lo mismo para todos.
Cada uno de los actores políticos que participarán en dichas elecciones, tiene agenda y objetivos que tienen diferente sentido y que podría afectar el resultado final de estas.
En principio debemos entender lo que significa para el presidente López Obrador. Para él considero que no hay elección más importante que la legislativa, la que le permitirá o no, continuar manteniendo una mayoría en la Cámara de Diputados y, con ella, el control presupuestal que le es tan necesario para su forma de ejercer el poder.
Perder esa mayoría significaría, quizá no un gran cambio en su gobierno, pero sí una fuente de conflicto que, aunada a la que presentan los gobernadores disidentes, pudiera ser un gran obstáculo para el logro de su gobierno.
Por lo que respecta a las elecciones para renovar las gubernaturas en 15 estados, aunque importantes para tener mayor control del territorio, no serían fundamentales. López Obrador, aunque no está en su forma de ejercer el poder, podría preferir perder algunas a perder la mayoría legislativa.
No digo que así vaya a ser, solo subrayo que estas elecciones tendrían una prioridad menor a las legislativas federales y locales.
Para los gobernadores surgidos de Morena, las elecciones legislativas son prioritarias, sí o sí, es la línea nacional y obtener triunfos en ellas puede ser su pasaporte para mejorar su posición dentro de la 4T.
Si pierden, pueden sentir el frío que sienten los gobernadores de oposición.
Los gobernadores de oposición ciertamente tienen otras prioridades, aquellos en cuyos estados no habrá elecciones para elegir nuevo gobernador, tendrán como prioridad las legislativas, tanto las federales como las locales.
Las federales, porque del posible control o afinidad que tengan con los diputados, puede depender su presupuesto para los próximos años y en las elecciones del legislativo local, porque controlar o no el Congreso de su estado puede ser la diferencia entre poder llevar a cabo sus programas de gobierno o no poder hacerlo.
Por parte, los gobernadores cuyo mandato termina seguramente tratarán de continuar ejerciendo alguna influencia en sus estados, principalmente viendo hacia 2024, ya que algunos de ellos se consideran con posibilidades de alcanzar algún puesto relevante, principalmente, ser candidatos a la Presidencia de la República.
Pero además, buscarán impulsar a algunos de sus seguidores a puestos legislativos locales que les permitan tener algunas monedas de cambio en caso que las requieran, por aquello de que, en caso de aspirar a algo más, les vayan a echar el aparato de Estado encima.
Por otra parte, los partidos también tienen sus propios objetivos, que no necesariamente coinciden con los de los gobernantes, salvo, quizá y aquí habría que abrir un gran signo de interrogación, el caso de Morena.
Este último tiene que buscar, además de triunfos electorales, su estructuración como un verdadero partido y no como una copia de lo que fue el PNR en su momento.
Los partidos tradicionales buscan no perder el registro y los nuevos, sobrevivir.
Pero, de eso ya hablaremos la próxima semana.