"Aquà (en México) los objetivos y las estrategias las definÃan los técnicos y luego los polÃticos, sin incentivo alguno para cooperar, tenÃan que lidiar con las consecuencias", Luis Rubio.
En un reciente artÃculo, Luis Rubio reflexiona acerca de la forma en que se abordaron las reformas en el paÃs hace 30 años, cómo se abordan hoy y cómo en otros paÃses primero discutÃan los polÃticos y luego los técnicos se encargaban de instrumentar las polÃticas mientras que en México se hacÃa al revés. La realidad es, según mi punto de vista, es que aquà nunca se ha presentado el debate acerca del rumbo de la nación de manera abierta, sino que siempre ha sido un tema cupular.
Rubio nos dice que "QuerÃamos -ése era el espÃritu del momento hace 30 años y otra vez en 2018- un paÃs exitoso, desarrollado, más igualitario y sin la corrupción que todo lo corroe. Pero nunca estuvimos dispuestos a hacer lo necesario para lograr esos propósitos".
Pero, creo, que la forma en que frasea el autor esta última declaración nos indica precisamente lo que falla en el proceso, el pensar que "nunca estuvimos dispuestos a hacer lo necesario", y es que ese "lo necesario" es precisamente lo que se deberÃa haber discutido primero, ¿qué era lo necesario? ¿Definido por quién y desde qué perspectiva?, porque creer que solo existe un "lo necesario" y después decir que no se quiso pagar el precio implica precisamente, que los técnicos querÃan definir las polÃticas públicas sin tomar en cuenta a los polÃticos.
Se olvida que gobernar es, como bien lo deja implÃcito el propio Rubio al ejemplificar con el proceso de España, primero y antes que todo, un acto polÃtico. Pero al parecer sucede, señalado también por el autor, que en México, como en muchas partes del mundo, los técnicos asumen que solo ellos saben cómo se deben hacer las cosas, lo cual puede ser cierto desde el punto de vista técnico, pero no necesariamente desde el punto de vista polÃtico, en donde prima el por qué hacer las cosas y sobre todo, cuáles serán las consecuencias sociales.
Ahora bien, eso de que los técnicos consideren que, sin muchas veces conocer el quehacer gubernamental in situ, pueden decidir qué hacer o qué no hacer solo porque conocen la teorÃa, es como si alguien que no sabe siquiera como se maneja un estanquillo de barrio quisiera enseñar a las grandes cadenas de autoservicio a llevar su negocio.
Se olvida que las grandes teorÃas administrativas surgen del análisis de casos de éxito y no del mundo de las ideas, véase si no la gran cantidad de teorÃas administrativas que compiten unas con otras para ser consideradas como "la mejor", como si pudiera existir una mejor teorÃa para administrar todo. ¿O acaso tomarÃa usted un medicamento que lo mismo sirve para curar el cáncer que para eliminar los callos?
La realidad desmiente esa presunción, nadie le enseñó a Jeff Bezos, Bill Gates o Steve Jobs cómo manejar sus negocios y se encuentran entre los más exitosos del mundo, de hecho se han convertido en objeto de estudio para bien y para mal de quienes desean entender qué los hizo ser exitosos, y en esas andan los negocios de Elon Musk, el hombre más rico del mundo.
Ahora bien, no es esta una actitud nueva entre los intelectuales, desde Platón, por lo menos, hasta nuestros dÃas, se tiene la presunción de que saben cómo se hacen las cosas y cómo se deben hacer, pese a que al griego no le fue nada bien en el manejo de la cosa pública.
Gabriel Zaid llama a los intelectuales, "la tribu del espÃritu" a la cual dice, tardó en darse cuenta de que pertenecÃa. Es una "tribu" que no se considera a si misma como tal, sino como algo que está más allá de las trivialidades del mundo y que conoce este por los libros que ha leÃdo.
Hago un paréntesis para subrayar que no se trata de dejar de lado el saber técnico, nada más alejado a mi propósito en este escrito, es solo que considero, ese saber técnico, teórico, debe ser contrastado con la realidad, ya que de otra forma será inútil.
Y es aquà donde quiero enfatizar que si bien, por poner un caso, las consecuencias económicas y tecnológicas de una reforma como la energética deben ser discutidas por los expertos en esos temas que, debemos decirlo, ni siquiera todos están de acuerdo en lo mismo como lo ha señalado Aldo Flores Quiroga en sus columnas publicadas en Lalista.com o como también lo ha expuesto Björn Lomborg en Milenio y en textos como "El ecologista escéptico" o "En frÃo", pero los temas referentes a definir el modelo de nación o de desarrollo que deberemos seguir, tiene que ver más con los objetivos polÃticos, con los polÃticos y con los ciudadanos.
En pocas palabras, el aspecto polÃtico tiene que ver más con la democracia, que con los saberes técnicos, porque, al final de cuentas, tratamos de vivir en una democracia, lo cual no necesariamente implica que las decisiones que se tomen por la vÃa de este tipo de gobierno, sean benéficas para todos o garanticen un mejor nivel de vida, lo único que garantizan, en todo caso, es que todos podemos participar en la toma de decisiones.
Entonces sÃ, una vez tomada esta decisión, hacia dónde ir, deben ser los técnicos quienes definan cómo ir hacia allá, no al revés. Insisto, esto no garantiza que se tomen las mejores decisiones desde el punto de vista técnico, pero asà es la democracia.
Para concluir, el problema en nuestro caso, creo, se deriva en la forma en que se han tomado las grandes decisiones polÃticas del paÃs, casi todas de manera cupular y algunas de forma colegiada, pero sin involucrar a las mayorÃas, no solo en este momento, sino durante la historia del paÃs. Algo que ya habÃa analizado Manuel Camacho SolÃs en su libro "El futuro inmediato", pero comentaremos acerca de eso la próxima semana.