Lo normal

Juan Palacios

APOTROPAICO
En las sociedades lo normal depende de las acciones de quienes la componen y no de leyes económicas o de otro tipo.
23/09/2022

En días pasados, al inicio de la “normalización” de los servicios de agua, comentábamos un amigo y yo lo extraño que nos era haber tenido una semana entera agua corriente las 24 horas, cuando lo que deberíamos entender por normal era, precisamente, tener el servicio cotidianamente. Eso al menos en Monterrey, porque en otros lugares de la México y Latinoamérica lo normal es no tener agua.

Luego de este comentario recordé que hace algunos años Moisés Naím escribió un artículo para el periódico El País en el cual reflexionaba precisamente acerca de las cosas que consideramos “normales”, y que damos por sentadas, en las sociedades de todo el mundo.

Entre otras cosas él señalaba, para el caso de Latinoamérica, la democracia, el ascenso de las clases medias que se presentó en Sudamérica en los tiempos en que China se dedicó a comprar materias primas a países como Brasil y Argentina, así como a gran parte del cono sur.

Durante esa época, se consideraba el progreso como un proceso continuado y siempre hacia adelante, es decir, siempre para mejorar, lo cual, como se mostró después, no era así.

El camino que ha llevado a la humanidad al estado en que nos encontramos actualmente, ha sido de altibajos, de avances y retrocesos.

En pocas palabras, Naím nos subraya cómo olvidamos que lo social es una construcción, un producto de la propia acción de la humanidad y que, contrario a lo que algunos parecen pensar, no se rige por leyes naturales, como lo hace, pues sí, la naturaleza.

Aquí no hay ley de gravedad, no hay un principio de entropía, como tampoco hay una ley que diga que el avance social siempre es hacia adelante, hacia mejor.

En ese sentido, es que debemos entender que si bien desde un punto de vista ético o moral, la desigualdad social no debería existir, la realidad es que existe y que no hay forma de evitarla a menos que se establezca un poder de tal magnitud que tenga la posibilidad de obligar a quienes más ganan a compartir sus bienes con quienes ganan menos.

Obvio es decir que un poder de tal magnitud seguramente tendría la tentación de extenderse hacia otros sectores de la sociedad, por ejemplo, hacia la elección de autoridades. Creando con ello otros problemas.

Es cierto que la pobreza primero y la desigualdad después, son temas que deben ser tratados seriamente para evitar temas de ingobernabilidad, pero, creo, no son las leyes el principal instrumento para hacerlo, sino las políticas públicas eficientes las que nos llevarían a ello. No es a través de elevar a nivel constitucional, como se ha hecho aquí, los Derechos Humanos, como resolveremos los problemas socioeconómicos.

Por lo pronto, disfrutemos la vuelta a la “normalidad” en el caso del agua y, por si se nos había olvidado, a la situación post pandemia. Ojalá y hayamos aprendido algo.

jpalacios@mobilnews.mx



JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

Más artículos del autor

Contenido reciente