Así como AMLO cree que representa la voz del pueblo, los comentócratas, Castañeda Dixit, o al menos la mayoría de ellos, considera que su voz es la de todos los mexicanos, ambas cosas son falsas, por supuesto, pero ambos actores influyen en la percepción que tenemos de la realidad.
Alcanzar 30 millones de votos en 2018, fue para Andrés la ratificación de que efectivamente él era la voz del pueblo, él el intérprete de lo que aquél quiere, de aquí a la eternidad, sin importar lo que haya pasado después de ese año, lo cual, como hemos visto, le ha llevado a desconocer la realidad y a crear sus propios datos, sus propias realidades. Tampoco le importó que 60 millones de mexicanos no votaron por él pudiendo hacerlo.
Con los comentócratas sucede lo mismo, como se creen poseedores de la racionalidad, de la razón, de la interpretación “objetiva y verdadera” de la realidad y además dueños de la racionalidad que “debe” prevalecer en la vida pública, como si existiera una teleología o una deontología en la realidad social y no fuera esta una construcción, no dejan de insistir en que Xóchitl dejó pasar su oportunidad en el último debate, dando por sentado que había tal oportunidad, como si los debates realmente tuvieran un impacto masivo en la definición de los votos, algo que nadie sabe a ciencia cierta si sucede o no.
Si hemos de ser sinceros, los seres humanos nos movemos más por narrativas, como ahora se dice, que por números y datos verificables, de ahí que todavía muchos crean que efectivamente la gasolina no ha subido, que AMLO nunca prometió bajarla a 10 pesos, por más que vean los videos que así lo muestran, sino que se comprometió a que las alzas no estuvieran por encima de la inflación y así, también muchos creen que la inflación no ha subido sin que por ello les cause una disonancia cognitiva estos dos hechos que deberían ser incompatibles. Menos creen que realmente la deuda haya aumentado o que todavía exista corrupción.
En fin, el caso es, insisto, que nadie sabe a ciencia cierta si el impacto de los debates en realidad puede definir o no una elección, pero todos los comentócratas dan por sentado que cada uno de ellos tiene la verdad de su parte, que saben lo que debió haber hecho una y otra candidata, no importa que lo digan “a toro pasado”.
Es como aquellos que, sin haber dirigido un changarro, quieren enseñar a empresarios como Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates o a inversionistas como Warren Buffet, ya ni se diga a estudiantes universitarios, lo que se debe hacer para ganar dinero. Es difícil saber en realidad qué es lo que lleva al éxito a una empresa y por qué diferentes estilos de dirección o de liderazgo dan resultados en algunas ocasiones y no en otras.
Peor se comportan aquellos que se aferran, pese a todas las cifras en contrario, a creer que hoy por hoy las encuestas realmente miden lo que dicen medir, los números son números, aducen, como si cualquier tipo de ecuaciones le hubiese servido a Einstein para explicar la teoría de la relatividad. Se les olvida que en ocasiones hay que construir las herramientas para medir las nuevas realidades y no solo aplicar las existentes.
Pero ahí vamos, al final, como dice el príncipe Salina al padre Pirrone en El Gatopardo, “no somos ciegos, querido padre, solo somos hombres. Vivimos en una realidad móvil a la que tratamos de adaptarnos…”, el problema es que en casos como estos, los costos pueden ser muy altos.