A partir de hoy, gobernadores y el propio presidente de la República deberán mantenerse en campaña permanente para evitar ser destituidos a la mitad de su mandato. Efectivamente, como dicen algunos, la consulta cimbró al sistema político mexicano, pero no por lo que pasó, ya en otras épocas ha existido este ejercicio, sino por lo que sucederá de aquí en adelante.
Así es que no se preocupe, no voy a analizar lo que sucedió el domingo pasado, eso ya lo han explicado muchos y no creo tener algo que agregar. Me interesa hablar de lo que sí cambió en el sistema político mexicano luego de este ejercicio de democracia directa.
Aclaro, soy partidario de la democracia directa, participativa, sin embargo, creo que es tan compleja de llevar a cabo en países tan grandes y con tantas diferencias como el nuestro, que el esfuerzo de realizar este tipo de ejercicios, quizá no sea compensado por los resultados que arroja. De hecho, me parece que funcionaría en comunidades pequeñas.
Pero consideraciones aparte, el hecho es que ya está establecida la revocación de mandato en las leyes y, aunque no es obligatorio que se lleve a cabo, será un poderoso instrumento para la oposición siempre y cuando se cuente con los activistas necesarios.
Porque, tal y como está planteada la revocación de mandato no es cuestión de ciudadanos, sino de organizaciones, de ver quién es capaz de movilizar a quién, de quiénes tienen recursos para hacerlo.
En pocas palabras, a partir de ahora los resultados de cada elección estarán en veremos durante los siguientes tres años ya que los grupos perdedores de las elecciones siempre pueden aprovechar los fallos que inevitablemente se presentan al ser gobierno, para movilizar a sus propios seguidores y quitar a los gobernantes.
Si seis años no son suficientes para llevar a cabo un programa de gobierno más o menos decente, imagínese ahora en tres y sobre todo, ya no habrá quién quiera tomar decisiones que sean impopulares pero necesarias, no vaya a ser que debido a ellas pierda en la revocación.
El presidente dice que quizá para hacer vinculante la revocación de mandato sea demasiado alto el 40 por ciento del padrón, por lo que al parecer propondrá que sea un 20 por ciento lo necesario para que sea vinculante. Eso haría que, teóricamente, el 11 por ciento de la lista nominal de electores pueda quitar a un gobernador o a un presidente.
¿Le parece eso adecuado?
De ser así, en teoría, con alrededor de 10 millones de votos sería suficiente para anular los resultados de una elección presidencial sin importar cuántos hayan participado en esta.
Insisto, no importan los resultados de la recientemente celebrada consulta de revocación de mandato, sino sus consecuencias.
¿Podrán los miembros de cualquier partido en el poder pensar en trabajar para el país lo que tienen enfrente es la posibilidad de ser despedidos en solo tres años? Lo más probable es que no, que tratarán de dedicar esos tres años a realizar acciones que eleven su popularidad y a silenciar a todos aquellos que estén en su contra. Más aún, en caso de celebrarse el ejercicio de revocación, seguramente se recurrirá al acarreo y la movilización directa de votantes.
Quizá sería tiempo de modificar la duración de los mandatos presidenciales y establecer un esquema como el de los Estados Unidos o de plano, como lo buscaron en algún tiempo algunos de quienes hoy están en gobierno, transitar hacia un régimen parlamentario.
No pinta nada bien para el futuro del país, para la continuidad de políticas públicas no populistas. De hecho, considero que con esta medida es con la que se está blindado en futuro de políticas instrumentadas por este gobierno.
En fin, esperemos ver sus resultados el siguiente sexenio en lo federal, y quién sabe si en el presente en lo local.
jpalacios@mobilnews.mx