"Cuando teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas", Mario Benedetti.
Hace algunos días Héctor Aguilar Camín manifestaba su certeza de que Morena perdería las elecciones de 2024, entre otras cosas debido a que López Obrador no estará en la boleta y no podrá transferir su popularidad a quien sea candidato de la 4T para continuar con su legado.
Así como Aguilar Camín, otros analistas intentan evaluar la actuación del presidente tomando como parámetros los propios de la democracia liberal.
Creo que no se dan cuenta, o al menos no parecen hacerlo, de que no están jugando en la cancha que les era conocida.
Trataré de explicarme.
López Obrador llegó a la presidencia gracias a las instituciones democráticas existentes en el país y gracias también a las reglas de esa democracia, con todos los defectos e imperfecciones que estas pudieran tener y que, de hecho, tienen.
Pero el que AMLO haya llegado gracias a ellas no implica que las respete o las reconozca como válidas, de hecho es famosa su frase "al diablo con SUS instituciones", de la cual se infiere que él no considera que esas instituciones y las reglas que las rigen sean suyas, por tanto no necesariamente las debe respetar.
Tan es así, que las instituciones que tienen como finalidad generar contrapesos al poder unipersonal del presidente, de cualquier presidente no solo de AMLO, se encuentran bajo acecho desde que este gobierna.
Andrés Manuel ha asegurado en diferentes ocasiones que si es necesario elegir entre la justicia y la ley, siempre hay que elegir la justicia, lo cual lleva implícito un supuesto que en ocasiones nos pasa desapercibido: que es él quien decide lo que es justo o no lo es.
En otras palabras que las reglas que como sociedad nos hemos dado para facilitar la convivencia, no importan, sino que lo importante es lo que piense un individuo, en este caso el presidente de la República, es decir, lo importante es lo que piense Andrés Manuel López Obrador, ya que, como lo han explicitado los legisladores emanados de su partido, él encarna a la patria, a la nación, al pueblo y quien se oponga a sus opiniones es un traidor.
Así pues, utilizando una frase que he escuchado en varias ocasiones en los últimos días "ya no estamos en Kansas", es decir, ya no estamos hablando de un régimen caracterizado por la democracia liberal, al menos no en uno en el cual el presidente acepte esas normas, sino en otro en el cual se está tratando de hacer efectiva lo que algunos llaman "democracia iliberal", o "un régimen híbrido".
Por poner un ejemplo, algunos de los analistas más importantes del país, como Sergio Negrete Cárdenas, Econokafka, señalan que no resulta conveniente participar en la consulta para la revocación de mandato, ya que seguramente, dadas las condiciones en que se llevará a cabo, será ganada por Andrés Manuel, además, señalan que no ha sido muy respetuoso de los procesos electorales y ejemplifica con las elecciones presidenciales de 2006 en las cuales fue derrotado por un pequeño margen y él nunca aceptó esos resultados. Todo lo cual es cierto y coincido con ello, no se debe participar en el proceso de revocación de mandato.
Pero, pese a ese reconocimiento, es decir, a que ven que Andrés Manuel no respeta las decisiones legales cuando estas no le son favorables, parece que no alcanzan a vislumbrar lo que puede suceder en el proceso electoral de 2024, en el cual el presidente estará en el poder y seguramente no se sentirá limitado por las leyes a la hora de acatar los resultados, ya que, como él lo señala, la justicia, desde su particular perspectiva, está por encima de la ley y, como todo aquél que se oponga a él, encarnado en la patria, en la nación y en el pueblo, es un traidor, pues seguramente hará lo que en tiempos del antiguo PRI se conocía como un "fraude patriótico". Se presenta una especie de disonancia cognitiva en los analistas.
Considero que en realidad sí ven el contrasentido que entraña su postura con relación a la revocación de mandato y la que asumen respecto a las elecciones presidenciales, pero que por alguna razón no quieren hablar acerca del elefante en la sala, no creo que no alcancen a percibir esa situación. Estoy seguro de que lo hacen.
Esa falta de respeto a las leyes se puede ver desde ahora cuando no acata la veda derivada del proceso de revocación de mandato, ya que él es quien, asegura en sus hechos y declaraciones, tiene derecho a interpretar la ley, sin importar lo que diga el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Así como él no acata ni siquiera una ley promovida por él mismo, sus seguidores tampoco lo hacen, aunque hayan sido los diputados de Morena quienes decidieron que debería haber una veda durante el proceso, sin embargo, cuando el INE plantea que hay que ceñirse a las leyes fruto de la mayoría morenista, estos se dicen atacados. Es parte de su guion.
Por su parte, quienes se apegan a lo que conocían, a la democracia liberal, no entienden que su propio apego a esa democracia es su lado débil, un Leo Zuckermann, solo por poner un ejemplo y sin que ello sea algo personal, que se complace de que en su programa, "La hora de opinar", no se impide, precisamente, opinar a nadie, por más en desacuerdo en que se encuentre él como conductor, y que incluso es capaz de cambiar su forma de pensar cuando lo convencen, no entiende, o actúa como si no lo hiciera, que juega un nuevo juego, en el cual su forma de pensar no está incluida y que no podría hacer lo mismo en el otro lado.
En otras palabras, no captan, o al menos no parecen hacerlo, que estamos en un momento de grave riesgo para la democracia en el país, insisto, con todos los defectos que ella tiene. Es un momento de excepción.
Aclaro, no es que esté mal lo que hacen, en condiciones normales, en la cancha que estábamos acostumbrándonos a jugar eso sería lo deseable, es solo que en la nueva cancha en la que se juega, las reglas han cambiado y quien tiene el poder lo ejerce a su antojo, y no precisamente para ser demócrata. Ejemplos como el que hoy vivimos en México hay muchos alrededor del mundo. Un espejo en el cual por lo menos deberíamos asomarnos.
La polarización es parte de la estrategia. Quienes apoyan a Morena, no se apartan de un guion que machaconamente pregonan e imponen como verdad. Por eso van a ganar ellos, no porque tengan más votos o más simpatizantes, van a ganar porque tienen la fuerza para hacerlo, para imponer sus puntos de vista y para no verse siquiera tentados a cambiarlos. No por convicción, sino porque así conviene a sus particulares intereses. No serán las de 2024, al menos no lo creo, unas elecciones normales.
Ya no estamos en Kansas, ya no estamos jugando a la democracia liberal, caímos en un juego nuevo que no sabemos jugar y cuyas reglas nos negamos a aprender. Lo peor es que todavía hay quienes se dirigen al presidente con un cierto aire de superioridad tratando de explicarle por qué se está equivocando al polarizar a la sociedad y al no acatar las leyes, como si él no lo supiera o como si pudiera importarle.
Así, no hay salida, ¿cuánto tiempo resistirá el INE?, ¿qué puede hacer ante hechos como los que se presentaron en Sinaloa en las elecciones de 2021?
Porque el instituto puede contar los votos, puede dar fe de la participación en las urnas, pero no puede atender lo que pasa antes de que los ciudadanos lleguen a estas. Eso es a lo que nos enfrentamos y, también, aceptar que cambió el juego y que por ahora vamos perdiendo.
No hay salidas fáciles, de hecho estamos en una trampa de esas en las que la mayoría de las acciones que se tomen pueden ser contraproducentes, no sé qué se puede hacer, polarizar es entrar en su juego, pero mantenerse firme y unidos contra el acechador me parece necesario. Schettino señala que la clave es trabajar en lo local, cada uno en nuestras comunidades.
En este nuevo juego no hay respuestas fáciles. Como ahora se dice, la narrativa la maneja López Obrador y esta está llena de sofismas que parecen verdades evidentes, no lo son, pero, insisto, lo parecen. Cambiar esa narrativa, ofrecer una alternativa plausible es lo importante, por ahora, aunque cuando esto suceda, seguramente seguirá el uso de la fuerza y ahí sí, las consecuencias serán desastrosas. Espero equivocarme, pero es lo que por ahora veo.
Por último, considero que sería muy importante atender lo que en sus temas de largo aliento señala Macario Schettino con respecto a la imposición de una moral aunque dos veces en los últimos días le he escuchado decir en diferentes espacios que cree que Morena pierde en 2024, pero también creo que debemos leer a Anne Applebaum y su señalamiento de que los "chicos malos" van ganando y principalmente estudiar a Moisés Naím, sobre todo en su último texto "La revancha de los poderosos", para encuadrar las nuevas realidades que se están presentando en el país, porque como decía Benedetti, "nos cambiaron las preguntas", en palabras de Carlos Monsiváis: "O ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba yo entendiendo".