“Agua, sol y basura, y menos libros de agricultura”.
En días pasados en una declaración que no sorprende a nadie, la calificadora Moody's colocó a Pemex, literalmente, en la basura.
La empresa justificó que su decisión está sustentada en el creciente riesgo de negocio de la petrolera, que enfrenta altos niveles de vencimientos de deuda. Nada nuevo bajo el sol.
“Moody’s cree que dicha estrategia generará mayores pérdidas operativas de refinación en el corto y mediano plazo. La perspectiva de la calificación de Pemex sigue siendo negativa, principalmente debido a la perspectiva negativa de la calificación Baa1 del gobierno de México”, dijo la calificadora en un comunicado.
Por ello, la empresa consultora disminuyó de calificación de Ba2 a Ba3 a Pemex, que si bien está aumentando su capacidad de producción: tiene una capacidad limitada de inversión además de altos vencimientos de deuda y precios volátiles del crudo y combustibles.
Recordemos que Pemex perdió el grado de inversión desde abril del año pasado, unos días después de que el gobierno mexicano se negara ante la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a reducir de manera significativa su producción para evitar una mayor caída en los precios internacionales del crudo, donde la Secretaria de Energía y lacaya máxima de López, Rocío Nahle, fue la burla mundial.
En finanzas, un bono de alto rendimiento o bono basura, es un título de renta fija que tiene un alto riesgo de impago y que en contraprestación tiene que pagar un tipo de interés más alto. Generalmente, es emitido por una entidad poco conocida o de mala recomendación.
Obviamente, esto no le gusta nada al Agrónomo, Octavio Romero, quien expresó su inconformidad con el informe además de tachar de “vergonzosa” la calificación de Moody's.
Oropeza dijo que es una falta de profesionalismo y ni siquiera explicaron la metodología para la disminución de calificación.
“Nos parece una acción falta de profesionalismo de parte de esta calificadora, falta de ética, en suma hasta vergonzoso”, dijo.
Y agregó que “(Queremos) expresar a los inversionistas que no se preocupen. Pemex nunca va a dejar de honrar sus compromisos de deuda. Tenemos el respaldo del gobierno federal”.
Pues sí, todos los inversionistas estarían tranquilos si el gobierno respaldara las deudas, pero señores, es la #4T.
Así como son de demagógicos, pensaron que con obviar el problema y hacerle como su jefe de sacar el conejo de la chistera y decir que eso no es problema, la calificadora respondió a las aseveraciones del agrónomo.
Así la vicepresidenta de Moody’s Investors Service, Nymia Almeida, dijo que es mentira lo de la metodología, pues usaron los mismos aspectos de siempre para bajar la calificación de Pemex y agregó que su trabajo es exhibir el riesgo del crecimiento del negocio.
Y señaló que, a pesar de tener el apoyo del régimen, Pemex no tiene dinero para pagar sus propias inversiones y seguirá registrando déficit.
“Pemex va a seguir provocando un déficit en el flujo de efectivo y no tendrá capacidad de pagar sus propias inversiones con sus recursos” y así, se quedaron calladitos.
Esto es solo el amalgama que engloba lo mal que lo está pasando la empresa paraestatal, pues se encuentra entre las 10 petroleras más contaminantes del mundo, el robo de combustibles, personal incapacitado en los altos puestos (empezando desde el propio director) y para muestra otro botón, pues Arlette Silva, cuyo trabajo antes era “correr a un lado de la camioneta del presidente” y desde marzo pasado, por orden directa del director de Pemex, se convirtió en Gerente de Contrataciones y Proyectos y ya ha autorizado contratos por más de 550 millones de pesos para tres refinerías.
Una de ellas, la refinería de Dos Bocas, una procesadora para tratar un crudo que ya no existe prácticamente en el país, el crudo ligero, pues en nuestros yacimientos, el crudo es pesado y se tendrá que mandar a refinar al exterior. De ese tamaño es la estupidez.
Pero ¿qué es lo que mantiene viva a Petróleos Mexicanos?
Un asunto es que las empresas acreedoras saben que su deuda por productos o servicios, serán pagadas por el Gobierno Federal, de otra forma no conseguirían fiado ni las tortillas.
A Pemex lo han mantenido vivo los trabajadores, donde sexenios van y vienen y permanecen como el alma de la paraestatal.
En tiempos difíciles como en la pandemia, los trabajadores de mar y tierra no pararon a pesar de que nunca hubo una estrategia de protección hacia ellos, lo que, algunos, lamentablemente pagaron con su vida.
Hoy el régimen quiere dar un golpe a los trabajadores, quiere quitarles beneficios que se han ganado a pulso en más de 8 décadas de trabajo a través de un sindicato que a pesar de los pesares, se ha mantenido unido.
Ellos son quienes han sido leales a Pemex a pesar de los gobiernos priistas y panistas, a pesar de esta criminal austeridad republicana que está acabando con todo.
Este gobierno que manda emisarios a causar conflicto, personas como la Senadora Cecilia Sánchez, que buscan poner el último clavo en el ataúd de Petróleos Mexicanos.
Esa es la verdadera basura que se tiene que barrer, los incompetentes, los lacayos y los oportunistas, como decía al principio, menos libros de agricultura.
Basura es todo lo que en el suelo se barre, y aunque remonte a las alturas, cuando baje seguirá siendo basura, que no lo olviden aquellos que quieren destruir a Pemex desde adentro, esa basura hay que convertirla en abono, en tierra fértil para beneficio de todos los mexicanos.
Tiempo al tiempo.