“Los ciudadanos no van a decir ¡beeeee, beeeee!”, Andrés Manuel López Obrador.
De que estamos ya en campaña para las presidenciales, parece haber pocas dudas. De en qué medida la carrera por la presidencia será una elección interna de Morena (o un dedazo de AMLO, como en los viejos tiempos), hay algunas más. Pero no muchas. La fotografía de los líderes del frente opositor, con la solemne torpeza de no incluir, aunque fuera por mera estrategia, ninguna mujer, ha coincidido con sendos repuntes de los partidos integrantes en los datos de SABA Consultores correspondientes al pasado día 18. Andrés Manuel, que sigue marcando la agenda política y a cuyo son bailan los de dentro y los de afuera, se ha apresurado a tildar la imagen de “vergüenza” y la ha descrito como un ejercicio de promiscuidad política.
Volveremos sobre ese interesante concepto, y después veremos por qué, en boca del más destacado tránsfuga de la política mexicana de las últimas décadas, es cuando menos sorprendente. Pero retomando los datos de SABA, encontramos esa primera información relevante, como es la advertencia positiva para el PRI en identificación partidista, propiciada por quienes se están viendo en la situación de tener que gastar de sus ahorros o incluso vender alguno de sus bienes para subsistir. Esta condición no está ligada a un poder adquisitivo concreto, pero deja claro que quienes se resienten de las circunstancias económicas, reaccionan buscando un asidero en el que concretar sus esperanzas. También el PAN mejora sus números. O sea, la fotografía de la discordia no ha tenido, en principio, tan mala recepción.
La cosa es que, paralelamente, y esto no es de esta semana, el deterioro de Morena en cuanto a su número de seguidores más fieles es patente. De nuevo desciende en sus valores, a pesar del recálculo a la baja de sus límites de control, lo cual quiere decir que el porcentaje de este monitoreo representaría una alerta negativa clara de seguir en los límites previos. De lo cual se deduce que estamos ante un incipiente proceso de divorcio entre los seguidores de AMLO, que mantiene su popularidad prácticamente intacta, y su partido. Queda saber si aquella puede permitirse mantenerse en tal condición sin los cimientos de una estructura partidista fuerte. Y también si el sucesor (o sucesora) de López va a gozar del amor ciego del que disfruta el fundador de Morena y del PRD y ex miembro del PRI, ahora poco amigo de las promiscuidades, pero practicante entusiasta del cambio de camisa por largo tiempo.
Los datos de SABA nos dicen, al respecto de la sucesión, que las preferencias espontáneas se dividen entre Ebrard y Sheinbaum, amén de un grupo aún numeroso que manifiesta su deseo de que AMLO repita mandato. No obstante, justo otro de los puntos destacados del monitoreo es la tercera alerta negativa de López en ese rubro, luego ese grupo parece estarse resignando, aunque quien sabe si esa resignación sea uno de los motivos del desplome de las preferencias por Morena. Sin ti, Andrés, nunca será lo mismo. También puede suceder que el desencanto hacia el partido de AMLO tenga que ver con el descenso del número de quienes reciben apoyos sociales, hoy también en advertencia negativa. Lo cierto es que Marcelo completa una serie por debajo de su promedio mientras Claudia alcanza un aviso favorable, lo que contribuye a igualar las expectativas de ambos aspirantes. Los cuales, por cierto, tienen sobre sí problemas similares de credibilidad relacionados con su ejercicio de gobierno al frente de la capital de la nación. Todo ello sin contar con la posibilidad de que haya un tercero en discordia, un “tapado” con el que nos sorprenda el gran jefe, de cuya decisión final sigo pensando dependerá el asunto. Por más que nos lo enmascaren con alguna encuesta a modo.
No hay otras novedades en la medición de SABA, aunque el hecho de la disociación entre los apoyos de AMLO y los de su partido es bastante relevante. Andrés Manuel ha regresado, a cuenta de la fotografía del frente opositor, a una de sus “performances” favoritas, que es la imitación del borrego o carnero, y que suele hacer con gran repercusión y alborozo internacional por estas fechas otoñales. Según el Presidente, ya no hay ciudadanos que acudan a votar entre balidos lastimeros. Ojalá y así fuera, para mí el gran problema es qué van a tener para escoger los mexicanos cuando acudan a ejercer su derecho, sea balando o bramando.
Llama la atención ver al bueno de don Andrés preocupado por lo que pensaría Maquío de la coalición opositora, cuando en su propio gabinete tiene a una de sus hijas, y nada menos que como Secretaria de Economía, un área donde, por más que se empeñe, las cosas no van nada bien. Hablar de promiscuidad en la oposición cuando en todos los niveles e instancias de su formación política hay “ex” de todo pelaje, y ha pactado con diablos y obispos para alcanzar el poder donde quiera que haya sido necesario, es un ejercicio de cinismo propio de quien lo aprendió todo en el viejo PRI que ha resucitado con el nombre de la 4T. Incluyendo la práctica de una simulada carrera por la presidencia que ya estará, si nadie lo remedia, más que decidida cuando los mexicanos acudan a las urnas. Para muestra, sirva el botón de Rosario Robles, paradigma del castigo a la corrupción, pero que ya hacía de las suyas cuando militaba en el PRD… de López Obrador. Seamos promiscuos, pues, pero con un orden. Cosas de la moralina puritana de esta nueva izquierda reaccionaria, que vende como nuevo lo que es más viejo que el sol.