Los nuevos enemigos del comercio

Adolfo González

NAVEGANDO A ESTIMA
Claudia intenta convencer a los mexicanos de que la relación bilateral con Estadso Unidos está en su mejor momento. Mientras que Trump no está interesado en los matices: quiere ruido y subordinación.

09/04/2025

“Mercado significa libertad para producir y libertad para consumir. Atacarlo significa atacar la autonomía de la voluntad”, Antonio Escohotado.
 
Trump ha vuelto a las andadas. Esta vez lo llama “Día de la Liberación”. El pasado miércoles 2 de abril, el presidente estadounidense anunció su ofensiva arancelaria global, envuelta en su habitual retórica populista de “tarifas recíprocas”. Pero la realidad es otra: en la mayoría de los casos, Trump no reacciona a ninguna agresión comercial, aunque es cierto que, por ejemplo, a la Unión Europea la situación le ha alcanzado sin hacer los deberes. México ha esquivado, por ahora, un golpe más duro, pero no ha salido indemne. Más de la mitad de sus exportaciones afrontarán aranceles, asumiendo el sector automotriz buena parte del golpe. Y más del 80% de lo que exporta México cruza el río Bravo, y todo lo que pasa por ahí, tristemente, pasa con más miedo que certeza. En este contexto, la reacción de Claudia Sheinbaum este jueves ha sonado más a celebración voluntarista que a diagnóstico realista: “Eso es bueno para el país”, “Hay mucho pueblo en México”. Las frases son coloridas y sonoras, pero un mínimo análisis revela que más bien se está agarrando a un clavo ardiendo.
 
No soy economista, pero soy observador. Y veo con claridad que el libre comercio, denostado por la izquierda como símbolo neoliberal, ahora es invocado por esa misma izquierda como tabla de salvación. El TMEC, tantas veces despreciado por ese tipo de retórica, y más bien minimizado por el discurso obradorista, se ha convertido ahora en amuleto diplomático. La mandataria mexicana confía en que su estrategia en seguridad y migración, y ese tratado, basten para obtener una posición preferencial. Pero en política exterior no hay milagros: hay relaciones de poder. Y México llega a este momento con una diplomacia hecha trizas, heredada de un sexenio bastante errático en ese aspecto como en tantos otros. Sheinbaum recibe hoy el legado no sólo de la popularidad de su antecesor, sino de las consecuencias de su rigidez ideológica, que traban su discurso y le restan credibilidad. Parece atrapada en un arma de doble filo: continuismo o ruptura, ese es su ser o no ser. Cómo esté afectando todo esto a la popularidad de Claudia es una incógnita, pues sin los monitoreos de SABA seguimos navegando a ciegas. Me atrevo a decir que, de momento, no ha perdido respaldos, pero seguramente sí confianza. Sin instrumentos precisos, no lo podemos saber.
 
Desde la presidencia de López Obrador se repitió hasta el cansancio que bastaba con invocar la soberanía. Que el mundo debía adaptarse a su narrativa. Que el mercado era sospechoso. Que invertir era un lujo ajeno. Que la clase media era aspiracionista y, por tanto, sospechosa. Hoy México, en este grave contexto, paga los impuestos de esa herencia. La economía está expuesta, el margen fiscal es ridículo y un socio como Estados Unidos ya no presenta a México como interlocutor, sino como deudor emocional en el lenguaje bravucón de Trump. El plan económico 2026, recién presentado por Edgar Amador, intenta corregir la brújula, pero la tormenta se antoja difícil de enfrentar. Mientras el equipo de Claudia habla de resiliencia, la realidad marca con cifras. La canasta básica sube, la inversión duda y las remesas, por primera vez en mucho tiempo, reducen su tradicionalmente enorme volumen.
 
Lo más grave es que México ha celebrado cifras que, en realidad, deberían avergonzar. Las remesas, que llegaron a alcanzar cifras históricas y que fueron exhibidas como un gran logro por AMLO, se han tratado como trofeos cuando son la señal más evidente de un fracaso estructural. No son símbolo de prosperidad, sino de ausencia: millones de compatriotas se han ido porque dentro no hay espacio para la prosperidad. Los envíos desde Estados Unidos sostienen, pero también denuncian. No a quien las manda, sino al país que las necesita para funcionar. Ese es el “logro” que se presume mientras se recorta la ciencia, se desprecia la educación y se improvisa la política exterior.
 
El título de este artículo es un homenaje a la obra Los enemigos del comercio, del gran filósofo Antonio Escohotado. En ella se expone una tesis tan sencilla como incómoda: quienes se oponen al comercio no suelen hacerlo por razones técnicas, sino por una necesidad de control. A veces lo hacen con banderas, otras con discursos de autosuficiencia. Hoy esa actitud no se limita a la izquierda estatista, también la derecha populista se ha sumado al asalto. Trump dice actuar en nombre de la “libertad”, mientras pone trabas al intercambio y promueve la desconfianza sistemática como moneda de cambio. Pero cuando se margina el comercio, lo que sigue no es justicia: es coacción. Los enemigos del comercio, en realidad, lo son de la libertad, aunque se proclamen sus paladines.
 
En este escenario, Sheinbaum hace y dice lo que puede, pero el margen es estrecho, y sobre todo la amenaza es constante. Y está, además, abocada a negociar mientras sostiene un país atravesado por la crisis de inseguridad y el problema de la migración, ambas cuestiones utilizadas como arma de presión por Trump, que siempre quiere negociar con ventaja. Según el Monitoreo de Homicidios realizado por SABA Consultores, la inseguridad podría mostrar signos de amainar, pero el leve descenso en el número semanal de muertes dolosas es muy leve y desde luego aún no determinante. En paralelo, intenta convencer a los mexicanos de que la relación bilateral con el incómodo vecino está en su mejor momento, cuadratura del círculo de bastante difícil ejecución, visto lo visto. El problema es que la política internacional no entiende de narrativas locales. Trump no está interesado en los matices: quiere ruido y subordinación. Y tanto México como la Unión Europea llegan tarde a entenderlo. La actitud de Trump era previsible, pero me temo que Claudia no tenía estrategia definida. Y ahora, en esta partida, ha llegado al albur de las cartas que le repartan.

adolcafe@yahoo.es



ADOLFO GONZÁLEZ es Historiador, reside en España, y es analista político especializado en la interpretación de la metodología de Saba Consultores de medición de la opinión pública. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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