“La violencia sólo puede ser disimulada por una mentira, y la mentira sólo puede ser mantenida por la violencia”, Alexander Solzhenitsyn.
SABA Consultores nos proporcionó el lunes los últimos datos del año que toca a su fin, y la principal conclusión es que las cosas siguen, más o menos, como estaban. La inseguridad, la violencia, la delincuencia, son la primera inquietud de dos tercios de la población. Un número inferior, pero también muy significativo, tuvo como acontecimiento principal en su pensamiento algo relacionado con asesinatos, muertes, matanzas y otros conceptos similares. En ese sentido, tuvo lugar destacado la tragedia de Salvatierra, que podríamos llamar la matanza cotidiana, el dramático suceso de esta semana que releva a Texcaltitlán del puesto de honor en el museo de los horrores en el que se ha convertido México. Hubo más. Enfrentamientos entre cárteles en Zacatecas, muertes en barberías, asesinatos y secuestros de líderes indígenas y ganaderos. Dice el presidente que en Guanajuato “se dejó” crecer el consumo de estupefacientes, y estas son las consecuencias. Ese empleo impersonal del verbo (“se dejó”…) convierte a AMLO, una vez más, en una suerte de Pilatos que se lava las manos, como si los cinco años que lleva gobernando fueran ajenos a su responsabilidad sobre los hechos. Al menos, en esta ocasión, el aplauso general al líder parece remitir, que no cesar. Los datos registran un regreso generalizado a los promedios de los indicadores del presidente, y lo mismo sucede con su partido. En intención de voto la bajada es más moderada, tanto para Claudia como para Morena. Sinceramente, no creo que se deba a un disgusto por la violencia generalizada, aunque es cierto que ni el aumento de los apoyos sociales ni la, por fin, inauguración del tren maya, le han servido a Andrés Manuel para mantener los avances de la semana pasada. Tampoco lo necesita. Con una aprobación superior al 70 % y su candidata en proyecciones electorales de alrededor del 80, no tiene motivos de preocupación. Es más, Sheinbaum registra alerta positiva en el “Top of mind”, favorecida precisamente por sus dos principales activos: los perceptores de programas sociales y quienes aman a AMLO.
Toda la mencionada y luctuosa actualidad, semana tras semana, hace que inevitablemente siempre queden cosas en el tintero. Por ejemplo, el olímpico desprecio al informe PISA, que evidenció el rezago de la educación mexicana, y AMLO calificó de neoliberal, quedándose tan ancho. Otro ejemplo: la continuación de la desaparición de los organismos autónomos, signo evidente, y estoy por una vez de acuerdo con la Coparmex, de una regresión autoritaria. Esto último lo sostengo hace tiempo, y la oposición parece incapaz de verlo. Estos días pasados, no obstante, Xóchitl parece haber reaccionado, criticando la política de seguridad de la 4T. El problema es que, por ahora, sigue sin plantear un programa alternativo serio, sólido y detallado. Y un problema aún mayor es lo que todos sabemos y la clase política calla: para pacificar el país hace falta acabar con la connivencia entre el poder y el crimen organizado. A todos los niveles, quizá en especial en el ámbito estatal y local. Esto es algo tan evidente, desde hace tanto tiempo, que como diría Juan Gabriel lo que se ve ni se pregunta. Lo mismo pasa con la correlación de fuerzas. Es cierto que, aunque la proporción a favor de Claudia en intención de voto sea de 4 a 1, gran parte de su composición son estratos muy pasivos, pero por la misma regla de tres difícilmente son transferibles a Xóchitl. La oposición sigue empeñándose en mojarse sólo en las albercas propias. Creo que se va a entender con un muy significativo dicho taurino: “Los cojones, con el toro, no en el salón de la finca”. O el frente entiende que la pelea es afuera y no adentro o las posibilidades de alternativa serán nulas. Y eso se hace saliendo al ruedo con propuestas, no con confrontaciones en el tentadero.
