La violencia y el relato

“El pasado se arropa con vestidos de un tafetán cambiante”, Milan Kundera.
 
Avanza la campaña, y sigue en un contexto inestable. Por lo tanto, predicciones y futuribles se hacen complicados. Puede haber, sí, intuiciones con probabilidad de acierto: es claro que la ventaja de Claudia sobre Xóchitl sigue siendo importante. Pero los efectos de los acontecimientos en la opinión pública, cuando las preferencias pierden solidez (se hacen líquidas) siempre pueden provocar cambios. Los hay, de nuevo, en los datos de SABA Consultores recabados este lunes, en especial en cuanto a AMLO, que es, por suerte o desgracia, el termómetro de la candidata de Morena, y aun de la propia elección. En muchos de sus indicadores roza el aviso negativo, y lo alcanza en el rubro de peores políticos. No es una hecatombe, pero confirma la inestabilidad: algo pasa, y pudiera ser su manejo tanto de la cuestión de la violencia como de sus supuestos vínculos con el narco. Aunque sea tímidamente, el concepto “narcopresidente” aparece en el “Top of mind” de acontecimientos. Por supuesto, este está como siempre lleno de menciones a la inseguridad y al crimen. Que la cosa en esta campaña va, o debería ir, de seguridad pública, es una evidencia. La oposición ha tardado en descubrirlo, pero nunca es tarde si la dicha es buena. La Iglesia, con ella hemos topado, se ha pronunciado en un texto al respecto. Sus diagnósticos no parecen neutrales, lo cual ha escocido a Sheinbaum, y su reacción puede ser motivo del moderado descenso de las preferencias por su candidatura. Claudia, que intenta huir del asunto, se pasó de frenada demagógica en su contestación a las propuestas sobre seguridad de Xóchitl. Esta, por su parte, hace bien en exponer su plan al respecto, porque es el problema número uno de México.
 
Desde la 4T se han apresurado a alinearse con los postulados del propio papa Francisco, el cual se ha convertido en un especialista en meterse en jardines donde nadie le ha llamado. Lo interesante es que, en medio de estas disquisiciones, encontramos nada menos que una alerta positiva en la preocupación por la inseguridad, lo cual en el clima de violencia que ensombrece la campaña es casi inaudito. Es seguramente fruto de lo que ahora llaman “el relato”, que es más o menos lo que antes denominábamos hacer lo blanco negro. Ya dijo AMLO que no había problemas serios con la inseguridad, y parece que hay quien se lo quiere creer o quien no quiere asumir una realidad palpable. Nos dice Milan Kundera que el pasado, por el hecho de haber pasado, no es ni mucho menos un hecho ya acabado e inmutable. Primero está nuestra propia y cambiante percepción, que especialmente en lo público dependen del RELATO. Por eso, ante su fatídica falta de rigor y de capacidad para seguir de forma fiable los veloces cambios en la opinión, muchas casas encuestadoras se han puesto al servicio de esa narración. Sea lo fantasioso que sea. Si quien lo articula tiene tendencias autoritarias, e incluso de autoengaño, como es el caso de Andrés Manuel, y además le va bien, en su mente desaparece el problema, y con él gran parte de la dignidad del dignatario. Sin embargo, una nación es un plebiscito cotidiano, que no siempre se puede manipular. Y que a veces reserva sorpresas como pudiera ser el revivido caso Ayotzinapa, que también, por supuesto, puede haber influido en el repunte de las malas opiniones sobre el presidente. Las familias de los normalistas ahora han pasado a ser, en el mundo de la 4T, molestos manipuladores. Es el relativismo moral, condición necesaria de los nuevos totalitarismos. La correlación de fuerzas entre las aspirantes sigue más o menos igual, porque de momento se impone el relato del país idílico y de la “pax amliana”. Sheinbaum ha elegido estar sin reservas con AMLO, veremos cómo le va. A Xóchitl le queda explicar, además del qué, el cómo. No se crean el cuento: la realidad es que la extorsión y el miedo mandan en México. El diablo campa a sus anchas.

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